Un Regalo Bien Pensado

 

Me reuní con una amiga para almorzar en diciembre. Antes de despedirnos en el estacionamiento, ella me entregó una bolsa de regalo del maletero de su auto y me invitó a abrir mi regalo de Navidad más tarde.  Cuando llegué a casa, busqué con cuidado en la bolsa y descubrí un libro. Fruncí el ceño mientras miraba la portada. Tenía ese mismo libro en el estante, ella misma me había regalado el mismo ejemplar la Navidad anterior.

 

Cuando hojeé las páginas, descubrí que ya se había utilizado el libro parcialmente, ya que parte del capítulo uno estaba resaltado en amarillo. Aparentemente, ella me había “regalado” una copia que no quería. Sacudí la cabeza con incredulidad y comencé a cuestionar la profundidad de nuestra amistad.

 

Un regalo bien pensado muestra al destinatario que lo tienes en estima y que valoras la relación. Un año, una querida amiga me regaló dos estatuas de porcelana que mostraban a dos mujeres frente a frente con las manos extendidas una hacia la otra en actitud de oración. Su regalo está sobre mi repisa y me recuerda que soy amada, valorada y apoyada.  

 

El profeta Malaquías fue el portavoz de Dios que comunicó el corazón del Padre Celestial acerca de la actitud desatendida y descuidada de Sus hijos mimados, Israel. El Todopoderoso los había creado, sostenido y perdonado una y otra vez. . . Sin embargo, no lograron honrarlo con verdadera devoción. En lugar de darle a Dios lo mejor que podía con devoción reverente, metafóricamente buscaban en el fondo de su armario y colocaban una vela a medio usar en el altar sagrado de Dios.

 

Dios no quiere nuestros tiempo de sobra. Su majestad exige nuestra adoración incondicional porque sólo Él es digno.   

 

Es fácil para mí leer sobre los hijos de Israel y mover la cabeza con incredulidad, pero la verdad es que no siempre me levanto de la cama y comienzo mi día con el corazón lleno de adoración. A veces me concentro más en lo que aún no he recibido. Se me olvida cuánta gracia ya me ha concedido Dios.  Mi corazón egoísta a veces se abstiene de confiar plenamente en Dios porque quiero que Dios haga las cosas a mi manera y me canso de esperar que Él responda mis oraciones.

 

Tiendo a ser impaciente y llenarme de dudas, en lugar de orar y buscar Su fuerza para la temporada de mi vida que estoy viviendo.

 

Perdóname, Señor.

 

Quiero una oportunidad de volverlo a hacer bien. ¿Y tú?  ¿Qué pasaría si hoy comenzamos nuestro día recordándonos estas verdades?

  • Somos amados incondicionalmente por un Dios fiel que nunca nos abandonará.
  • Nuestro Padre Celestial nos dio el regalo más grande: Su Hijo Jesús. Debido a que Él nos ha colmado de Su gracia, tenemos mucho que agradecer cada día de nuestras vidas.
  • El Dios que sacrificó lo mejor de sí para salvarnos nunca dejará de luchar por nosotros. Jesús restaurará completamente todo lo que hemos perdido el día que Él regrese cuando nuestra redención esté completa.

Cuando nos enfocamos en la bondad de nuestro Dios, no podemos evitar adorarlo de todo corazón.  Lo mejor de nuestro tiempo, talento y servicio son regalos bien pensados ​​que Él merece. Pongamos todo de nosotras en el altar del sacrificio porque nuestro Rey es digno.

 

Lyli Dunbar

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