“Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; Porque irás delante del Señor para preparar Sus caminos; Para dar a Su pueblo el conocimiento de la salvación Por el perdón de sus pecados, Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que la Aurora nos visitará desde lo alto, Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, Para guiar nuestros pies en el camino de paz”
La promesa se cumplió, tal como Dios la anunció, el niño se llamaría Juan y su nacimiento traería gozo a muchos. Fue una gran sorpresa para vecinos y amigos cuando Zacarías confirmó en una tablilla el nombre de su hijo, y cómo milagrosamente habló de nuevo en ese momento, y alabó al Señor.
Este cántico profético que salía de su boca revelaba a un hombre lleno del Espíritu Santo, que proclamó la Palabra de Dios con corazón agradecido, y que reconocía Sus atributos, pues su enfoque principal era Jesús, el Salvador Prometido, que estaba por nacer.
En estos versículos observamos a aquel llamado “profeta del Altísimo”, el encargado de anunciar que Cristo vendría. Así lo registra Malaquías 3:1 “He aquí, yo envío a mi mensajero, y él preparará el camino delante de mí”
También tendría un propósito: que el mundo conozca la salvación por gracia a través de Jesucristo. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo por gracia habéis sido salvados”. Efesios 2: 4- 5
Además, revelaría los resultados de esta salvación tan grande, alumbrar a los que habitan en tinieblas, dar vida a los muertos, y encaminar sus pies por sendas de paz.
¡Bendito nuestro Señor! Él restauró y redimió nuestra vida, tenemos tantas razones para amarlo y exaltarlo, y nos debemos preguntar ¿Hay siempre en nosotras expresiones de devoción a Dios?
El ejemplo de Zacarías nos extiende una invitación a vivir una vida de adoración y consagración, como dice la Biblia, hablando con gracia entre nosotros, cantando y alabando al Señor, con un corazón agradecido por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. (Efesios 5: 19 -20)
A Juan se le confió un ministerio único, hoy nosotras también somos llamadas a compartir la verdad de Jesucristo con los demás, sin temor y con seguridad de que Él nos da la comisión y estará siempre con nosotras.
Las Escrituras nos enseñan que Juan vino al mundo enviado por Dios, vino “como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él” (Juan 1: 6-7). Así mismo, el propósito de nuestro mensaje es reflejar a Aquel que es la Luz, ¿de qué manera lo pueden ver quienes nos rodean?
Gracias Padre te damos, por Tu inmensa bondad, guíanos a cumplir la encomienda fielmente, úsanos para preparar el camino, para que la semilla del Evangelio sea sembrada y produzca frutos según Tu voluntad, en el nombre de Tu Hijo Jesucristo, Amén
Creciendo en Su Palabra
Erica Cárdenas Cueto