Elizabet: Nada es imposible

 

Una de mis partes favoritas de la historia de Elizabet es la forma amorosa en que es presentada la amistad femenina. Elizabet y María eran parientes escogidas por Dios para tareas increíbles, y juntas alaban a Dios mientras se honran y se apoyan mutuamente con humildad y amor.

 

Esto es lo que me encanta del libro de Lucas. En sus propias palabras, Lucas dice que le “ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribirte los hechos ordenadamente” (Lucas 1:3 LBLA). Este es un escritor que cuidadosa y estratégicamente incluyó cada relato de la vida de Jesús en las Escrituras, y esta relación entre María y Elizabet pasó su prueba de fuego. Mateo comienza su Evangelio centrado en el árbol genealógico de Jesús y en un ángel del Señor explicando lo que le estaba pasando a José (Mateo 1:1–25). Marcos comienza su Evangelio bien entrado en la vida de Juan el Bautista y Jesús, mientras Juan preparaba el camino para el Señor (Marcos 1:1–8). Juan tiene un comienzo similar (Juan 1:1–18). Solo Lucas dedica tiempo a registrar la relación entre las dos mujeres que fueron escogidas para portar a Juan el Bautista y a Jesús.

 

Elizabet y Zacarías eran una pareja poco probable para ser elegidos como los padres del hombre que prepararía el camino para la venida de Jesús. Eran mayores y nunca habían podido tener hijos. Zacarías fue un sacerdote fiel, pero no un líder religioso significativo. Sin embargo, eran “justos a los ojos de Dios” (Lucas 1:6). Incluso antes de que Jesús viniera como nuestro Salvador, Dios ya nos estaba mostrando que no se trata de quiénes somos, cuáles son nuestros títulos o cuán importantes somos; lo importante es cómo nuestras vidas lo reflejan a Él.

 

Elizabet experimentó su milagro varios meses antes de que María quedara embarazada de Jesús, lo que le dio a Elizabet la posición única de ser una de las pocas mujeres que podía posiblemente entender lo que estaba pasando. No vemos mucho de su interacción o su tiempo juntas, pero lo que sí vemos es un modelo significativo de amistad que podemos poner en práctica. María y Elizabet fueron mujeres elegidas y favorecidas por Dios. Ellas fueron fieles y lo amaron, y creyeron que Él podía hacer posible lo imposible. Cuando María corrió a la casa de Isabel, después de haber esperado mucho para finalmente experimentar este milagro, Elizabet pudo haber dirigido toda la atención sobre ella. Pero en su lugar, llena del Espíritu Santo, Elizabet celebró a María y al bebé que llevaba: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?  Tan pronto como llegó la voz de tu saludo a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, porque has creído que el Señor cumplirá las promesas que te ha hecho! (Lucas 1:42–45)

 

En lugar de enfocar la atención sobre ella, lo cual hubiera sido razonable considerando que María estaba cargando al Salvador del mundo, María volvió a centrar la atención hacia Dios en alabanza. Estas primas, en diferentes etapas de la vida, se unieron con humildad y amor para apoyarse la una a la otra a través de una experiencia con la que nadie más en la tierra podría relacionarse, y mantuvieron a Dios en el centro.

 

¿Quiénes son esas mujeres en tu vida que ven la obra que Dios está haciendo en ti, la proclaman y la celebran? Si estás esperando una imposible y milagrosa respuesta de Dios, anímate. El tiempo de Dios es perfecto y Sus caminos son mejores que los nuestros. Cree lo que el Señor tiene prometido ¡nada es imposible para Él!

 

Crystal

 

 

Semana 2 – Desafío

¿Quién en tu vida ha mostrado una gran fe como las mujeres sobre las que estamos leyendo? Tómate un tiempo esta semana y comunícate con ella. Anímala con tus palabras, ya sea habladas o escritas, y comparte cómo su fe te ha ayudado a aumentar tu fe también.

 

 

Semana 2 – Plan de lectura

 

 

Semana 2 – Versículo a Memorizar 

 

 

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