En tiempos de sufrimiento, puede ser difícil aferrarse a la esperanza. Algunas temporadas de espera, llegan a convertirse en temporadas de cansancio, pena, duda y desesperación a medida que el sufrimiento se prolonga.
Durante muchos años mi marido y yo anhelábamos tener un hijo. Pero la esperanza de ser padres acabó convirtiéndose en una lucha por preservar la unidad de nuestro matrimonio. La esperanza de celebrar con amigos y familiares se convirtió en relaciones tensas con las personas que amamos. El sueño de ver crecer a un bebé cuando teniamos que hacer una ecografía se convirtió en meses de grandes desilusiones.
Mientras sufrimos ese proceso de la infertilidad, la esperanza de entrar en una temporada de paternidad iba y venía. A veces, incluso me encontraba luchando con dudas y cuestionando la bondad de Dios, su tiempo y su fidelidad. Pero un día, Dios me mostró gentilmente que estaba tratando de encontrar mi esperanza en Sus dones y no en el Dador de los dones. Me recordó que aunque está bien esperar un hijo u otros buenos regalos que Él nos pueda dar, nuestra esperanza no se encuentra en estas cosas. Nuestra esperanza sólo se encuentra en Él.
La esperanza es la confianza de esperar en Dios cuando no podemos ver el futuro.
Incluso cuando no podemos ver el futuro y estar seguros del resultado, podemos estar seguros de Él. De un Dios que no cambia. De un Dios que es fiel aunque nosotros seamos infieles (2 Timoteo 2:13). De un Dios que está seguro de que todas las cosas son para bien (Romanos 8:28).
Y esto me da mucha esperanza.
Esperanza de que Dios está haciendo una obra que yo no creería ni aunque me la contaran (Habacuc 1:5). Esperanza de que mi sufrimiento no es en vano. Esperanza de que mi sufrimiento terminará un día, y Él hará nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5). Esperanza de que la obra que Dios ha comenzado en mí, Él será fiel para completarla (Filipenses 1:6). Esperanza de que lo que Dios ha prometido, también es capaz de hacerlo (Romanos 4:21).
Cristin
Semana 4 – Desafío
Esta Semana, examinaremos las vidas de hombres y mujeres de las Escrituras que mostraron esperanza en el carácter de Dios. Al reflexionar sobre sus vidas y su fe, ¿cómo te alientan? ¿De qué manera sus historias te dan la confianza de que tú también puedes esperar en Dios? ¿Alguna de estas historias se parece en algo a la tuya?
Semana 4 – Plan de Lectura