Verdadero Reposo

por Brittany Salmon

 

Hacer reposo es una idea complicada en 2020. Ha habido tanta confusión mezclada con soledad y crisis en cada esquina, que la idea del reposo parece casi imposible. Y, sin embargo, mientras celebramos el Adviento, no puedo imaginar un mejor pasaje para sumergirme hoy. Si aún no has leído los pasajes del Dìa de Reposo, permíteme animarte a que te tomes unos minutos antes de leer este artículo, para leer o releer las Escrituras de hoy. (Éxodo 31:12-17; Marcos 2:23-3:6)

John Ortberg dice esto sobre los cristianos de hoy en día: “Para muchos de nosotros, el gran peligro no es que renunciemos a nuestra fe. Es que nos volvamos tan distraídos, preocupados y llenos de prisa, que nos conformemos con una versión mediocre de ella. Que simplemente tratemos superficialmente con nuestras vidas en lugar de vivirlas realmente”. [1]

Cuando leo los pasajes hoy, veo cómo el buen diseño de Dios para la santidad y el reposo combate directamente esta idea que Ortberg explica que prevalece tanto en nuestra sociedad. Las Escrituras nos ruegan que santifiquemos el día de reposo y, sin embargo, la mayoría de las personas que conozco realmente luchan con el descanso verdadero y vivificante.

No estoy segura de lo que piensas cuando lees o escuchas la palabra “reposo”, pero en los días de Jesús, practicar el Shabat, la palabra hebrea para sábado o día de reposo, no solo era altamente recomendable, era parte de sus leyes y costumbres. Un día a la semana, el pueblo de Dios practicaba el reposo y elegía intencionalmente el descanso. No trabajaban. No cocinaban. Obedecían una cantidad excesiva de reglas y leyes que definían lo que podían y no podían hacer.

Como puedes imaginar, los fariseos sobre los que leemos en el Evangelio de Marcos (los líderes religiosos que seguían las reglas de la época) eran realmente buenos para conocer las leyes y seguirlas, pero eso no se tradujo en un corazón cambiado. Cuando Jesús y los discípulos no estaban a la altura de las expectativas de los fariseos, aprovechaban la oportunidad para atraparlos y demostrar que no estaban siguiendo la Ley correctamente.

Pero Jesús, el Señor del sábado (como leemos en nuestro pasaje de esta semana), no vino a abolir la Ley, sino a cumplirla (Mateo 5:17)

Dijo en Mateo 11:28-30: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera». Y solo unos pocos versículos más adelante en el capítulo 12, v 8 dice, «Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo» (suena bastante similar a nuestro pasaje en Marcos, ¿no es así?).

Verás, el Shabat no es una lista dogmática de lo que se debe y no se debe hacer. No es un ritual antiguo que realizan las personas que van a la iglesia. Como dice el pasaje en Marcos,  «El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo». Es una postura que busca el descanso verdadero y vivificante que solo podemos encontrar en Cristo. Es el reconocimiento y la confesión de que somos criaturas finitas que confiamos en un Dios infinito y santo, un Dios santo que se hizo pequeño, en la forma de un pequeño bebé, para venir y redimir a toda la humanidad.

Los pasajes que leemos hoy nos muestran que nuestro descanso supremo, nuestro verdadero y mejor Shabat, se encuentra solo en Cristo. ¿Qué significa eso para nosotras durante esta temporada de Adviento?

San Agustín de Hipona lo dijo de esta manera: “Nos has hecho para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” [2]. Eugene Peterson lo dice de esta manera en El mensaje, “que debemos aprender los ritmos no forzados de la gracia” [3].

Hermanas, como mencioné anteriormente, 2020 ha sido verdaderamente “el año”. Mientras esperamos la celebración del nacimiento de nuestro Salvador, dispongamos nuestro corazón para encontrar descanso en ese bebé en un pesebre. Aprendamos los ritmos no forzados de la gracia y descansemos en un Dios soberano y bueno, porque sabemos que el bebé en el pesebre se convirtió en un hombre que voluntariamente entregó Su vida por la restauración de toda la humanidad.

Cuando el mundo se siente demasiado pesado y cuando el sufrimiento llega, nos acercamos al verdadero y mejor Shabat. Cuando la crisis, la angustia y el quebrantamiento nos rodean, el pueblo de Dios, expectante, espera Su regreso. Celebremos el Adviento con esperanza a pesar de las dificultades, porque sabemos que servimos a un Dios inmutable en medio de un mundo en constante cambio. Durante esta temporada navideña, recordemos que Cristo, el Mesías predicho, vino a redimir un mundo quebrantado. En el Dios-niño acostado en un pesebre, no solo encontramos nuestra salvación, sino que encontramos nuestro Shabat, nuestro verdadero reposo.

 

Brittany

 

 

[1] John Ortberg, La Vida Que Siempre Has Querido: Disciplinas Espirituales para Gente Común, (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2002), p. 38-39

[2] San Agustín de Hipona, Las Confesiones de San Agustín, (Nueva York: Doubleday, 1960), p. 43

[3] Eugene Peterson, El mensaje, Mateo 11:28-30

 

 

 

 

 

 

 

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