Hay algunas cosas en la vida que nunca llegaremos a comprender completamente a menos que nos dediquemos a buscar entendimiento.
Crecí en un hogar cristiano, asistía a la iglesia, a grupos juveniles, a estudios bíblicos y a colegios cristianos privados. Estoy eternamente agradecida por haber conocido el evangelio y por haberlo integrado en mi vida desde muy joven. Sin embargo, me he dado cuenta de que hay una gran diferencia entre el conocimiento desde la mente y el conocimiento desde el corazón.
El conocimiento desde la mente proporciona el marco para la comprensión, pero el conocimiento desde el corazón marca los momentos decisivos, de entrega radical, que permite aplicar la comprensión.
El otoño pasado, busqué intencionalmente tener un mentor por primera vez en mi vida. Había oído hablar de personas que tenían mentores o formaban parte de un programa de discipulado, pero nunca lo había experimentado por mí misma. No se trata de una mentoría basada en los negocios o en objetivos, sino de una mentoría bíblica. Para mí, fue un paso de fe tanto en términos de tiempo como de dinero.
Como mamás, tendemos a invertir más en nuestros hijos que en nosotras mismas. Por eso, no me sorprendió encontrarme en conflicto sobre si debía invertir o no en este curso de mentoría. La realidad es que nuestra fidelidad dará fruto y tendrá un impacto eterno. Esto fue lo que me llevó a decir “sí”.
Fue claro que El Señor me estaba llamando a esto, y estoy muy agradecida de haber dado el paso hacia donde Él me estaba guiando para un momento como este.
Dediquémonos a la Verdad
“Practicar la verdad en amor.” No sé qué pensamientos o ideas te vienen a la mente cuando escuchan esta frase. Para mí siempre ha sido sinónimo de “ser amable”. Amigas, es mucho más profundo que eso.
El contexto de este versículo es muy importante. Efesios 4:14 nos advierte que no permanezcamos como niñas, sacudidas por las olas y llevadas por todo los vientos de las doctrinas. El versículo 15 contrasta esto diciéndonos que nos aferramos a la verdad. Para aferrarnos a la verdad, debemos saber qué es la verdad.
Dediquémonos a La Palabra de Dios
En mi búsqueda por alcanzar la verdad, no solo he invertido en un mentor espiritual, sino que me he comprometido a estar en la Palabra todos los días. Los podcasts y los devocionales son excelentes complementos, pero puedo permitir fácilmente que estos recursos reemplacen mi tiempo en la Palabra. Los podcasts y los devocionales pueden alimentarnos, pero las Escrituras nos forman. Podemos dar prioridad a ambos, pero no debemos confundirlos.
Leo la Biblia cada mañana antes de levantarme. Sí, ¡incluso antes del café! La aplicación YouVersion Bible muestra que llevo 132 días seguidos mientras escribo este artículo. No lo comparto para presumir (aunque estoy muy orgullosa de esta pasión), sino para animarlas. Nunca me he sentido tan arraigada en el evangelio como lo estoy hoy.
La Palabra de Dios nos cambia. Cambia nuestros pensamientos. Cambia cómo y qué decimos. Cambia nuestro corazón, nuestra perspectiva, nuestras vidas. Lo he oído toda mi vida, ¡pero es cierto! Y nadie puede hacerlo por ti. Regar las semillas de nuestra fe es crucial para el desarrollo de las raíces.
Dediquémonos al Amor
Lo que he aprendido de primera mano es lo importante que es estar rodeado de personas que hablan con verdad. Estar rodeada de personas que me aman lo suficiente como para hablar verdad sobre mi. Y, a menudo, eso significa no estar de acuerdo conmigo. He crecido mucho al tener a alguien en mi vida que se comprometió a verme crecer hacia una mayor madurez en Cristo. ¡Qué regalo ha sido esto!
El amor da prioridad a los demás. Si vemos pecado, error o peligro potencial, el amor exige que hablemos con la verdad. Una cita que encontré recientemente resume este pensamiento de manera hermosa: “El amor verdadero siempre hablará en el momento adecuado, con las palabras adecuadas, con el espíritu adecuado y utilizando el enfoque adecuado.”
Estaremos equipadas con las palabras adecuadas, el espíritu adecuado y el enfoque adecuado cuando nos arraigamos en la Palabra de Dios.
Que seamos mujeres que hablan con la verdad y que se nos conozcan por nuestro amor.
Dediquémonos a comprender. ¡Profundicemos, queridas amigas!
Kelli Trontel