Una hermosa Promesa

 

La historia de Noé y el diluvio es tan común para muchas de nosotras que perdemos el asombro y la admiración de este acontecimiento.  La tierra entera se inundó y Noé y su familia se hallaban dentro de una constucciòn que nunca nadie había visto ni imaginado antes. ¿Qué sería de ellos si se quedaban sin comida? ¿Y si el arca se partía en pedazos y se ahogaban? ¿Y si las aguas nunca bajaban?

Pero Dios puso fin a este juicio horrible y la primera cosa que hizo Noé cuando puso un pie en tierra fue adorar. Tenía todas las razones para hacerlo.

Dios sacó a Noé y a su familia a salvo de una terrible prueba.  Por cuarenta días y cuarenta noches llovió. Dios abrió las aguas a su alrededor e inundó la tierra hasta el punto donde nadie podía vivir. Pero Noé y su familia fueron salvados.

El Señor bendijo a Noé y a su familia con la misma bendición que dio a Adán y a Eva en el jardín. Él dijo, “Sean fructíferos e increméntense en números y llenen la tierra.” Dios estableció un pacto con Noé.  Un pacto es una promesa entre dos partes. Pero este pacto que Dios hizo era unilateral. Él prometió que nunca volvería a destruir la tierra y a sus habitantes con un diluvio. Pero a cambio, ¿prometió Noé o sus hijos algo a Dios? ¿Acaso prometieron ya no pecar y seguir al Señor todos los días de sus vidas? NO, ellos no lo hicieron.  Dios hizo Su promesa a todos los descendientes de Noé, eso nos incluye a ti y a mí, ¿Qué fue lo que prometimos? ¡Nada!  Dios hizo un pacto en el que Él prometió todo y Sus criaturas no prometieron nada.  Fue una promesa que dependía sólo de Dios.  Esto es la hermosa gracia y una misericordia inmerecida.

Dios derramaría Su ira contra el pecado de otra manera.  Él enviaría a Su Hijo Jesús, para recibir el castigo por nosotras, para pagar la deuda en nuestro nombre, para sufrir la condenación, para que no tuviéramos que hacerlo nosotras, para arreglar lo que habíamos roto y para redimir lo que se había perdido.

Como una manera de recordarnos Su pacto, Dios colocó un hermoso símbolo en el cielo para que todos puedan ver y recordar las bondades de Dios.  Todas disfrutamos ver un hermoso arco iris.  Le tomamos fotos y llamamos a nuestros hijos para que vengan a ver ese hermoso despliegue de color en el cielo, pero ¿realmente recordamos la razón por la que aparece de vez en cuando? ¿Recordamos a qué precio está ahí? ¿Recordamos lo que significa para nosotras?

Permite que el arco iris provoque una respuesta de agradecimiento, asombro, y de arrepentimiento hacia Dios porque Él es tan bueno con las criaturas que son tan malvadas.

Mirando a Jesús

 

 

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