Un Propósito para el Sufrimiento

 

 

Durante los últimos meses, muchos de nuestros amigos y familiares han atravesado intensas pérdidas y sufrimientos. Los últimos años han sido difíciles para muchos, y supongo que tú estás en una situación similar. Son muy pocos los que han salido ilesos. Ya sea que el sufrimiento provenga de la pandemia, los huracanes, las tormentas de nieve, los incendios forestales, los diagnósticos médicos inesperados o tal vez incluso el pecado de otros, las dificultades y el dolor han plagado a nuestras comunidades.

 

Pero el dolor y la pérdida no son nuevos para la humanidad, y definitivamente no sorprenden a nuestro Dios.

 

A lo largo de las Escrituras, vemos a un Dios que se acerca a los quebrantados de corazón. Me encanta cómo las Escrituras no solo dan cabida a aquellos que atraviesan el dolor y el sufrimiento. Más bien, la Biblia es una historia de sufrimiento que da a luz a la vida. El personaje principal en la gran narración de la Escritura es un Siervo bueno y sufriente, uno que eventualmente sufre una muerte terrible para que otros puedan tener acceso a la vida eterna. El sufrimiento no es ajeno a la historia del cristianismo; es un tema central.

 

Una vez una amiga me dijo: “Dios es lo suficientemente grande como para cargar con tu tristeza. Es lo suficientemente grande como para cargar cualquier pregunta que puedas tener. Él es lo suficientemente grande para cada área de tu vida, así que trae todo su ser a la mesa. No dejes ninguna parte atrás, incluso las partes duras y desordenadas. Llévalas a nuestro buen y amoroso Padre.”

 

Eso es lo que pasa con nuestro Dios. No hay necesidad de fingir. Él no espera que vengamos a Él, fingiendo que la vida está bien, incluso cuando no lo está. Seguramente no nos necesita para obtener Su afecto. En cambio, Él nos lo da gratuitamente. A través de un gran sufrimiento en la cruz, Dios nos ha dado Su amor incondicional y ha prometido que un día vendrá de nuevo y corregirá todo mal.

 

El libro de Lamentaciones es un gran ejemplo de cómo, mientras esperamos la segunda venida de Cristo, el pecado, el dolor y el sufrimiento seguirán causando estragos en esta tierra. Y no ignoramos esos dolores de cabeza, sino que los lamentamos. Hacemos espacio para el sufrimiento y permitimos que nos acerque más al amor de Dios, donde encontramos estabilidad y poder más allá de lo que podemos imaginar.

 

Así que hoy, a aquellas de ustedes que están agobiadas y cargadas, quiero hacerles la misma invitación que mi amiga me hizo hace muchos años. El lamento nos invita a llevar nuestro yo completo, nuestro lamento completo al Señor. Y mientras nos lamentamos, ya sea por las heridas de nuestro pecado o por los pecados de otros, clamemos: “Haznos volver a ti, Señor, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio.” 

 

Que encuentres consuelo en el lamento hoy en los brazos de tu Salvador, y que Él renueve tu vida en los días venideros.

 

 

Brittany

 

 

 

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