Su Nombre Es Salvación

 

Nuestros amigos nos invitaron a cenar durante el mes de diciembre. Al entrar a su hogar, mi corazón se llenó de gozo. Justo ahí en medio de la sala estaba el más hermoso árbol de navidad que jamás había visto.  No era elegante ni exageradamente brillante, pero contaba una historia.  En todo el árbol había adornos dorados con los nombres de nuestro Salvador.

 

Jesús

Jehová

Príncipe de Paz

Mesías

Redentor

Emanuel

Dios Todopoderoso

 

Los nombres cuentan una historia

Los nombres cuentan una historia. Puedes escuchar un nombre e inmediatamente pensar en alguien que conoces y en cómo se comporta. El nombre que llevamos significa nuestra identidad y nos define ante el mundo. Quizás te pusieron el nombre de una querida abuela con la esperanza que continuaras con su legado de amar bien.  Las familias trasmiten sus queridos nombres de generación a generación.  Para “conocer” realmente a alguien, primero debes saber su nombre.

 

El evangelio de Mateo nos cuenta la historia de cómo nuestro Salvador recibió Su nombre. Un ángel sin nombre visitó a José en un sueño y le reveló el nombre más importante en la historia de la humanidad  “…y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mateo 1:21) En el original, escrito en griego, el nombre de Jesús significa: “Yahvé es salvación”

 

Para el mundo, Jesús puede haber parecido un bebé indefenso nacido en un ambiente humilde de dos personas con medios limitados, pero Su nombre lo identifica como algo mucho más. Jesús es Dios encarnado.  Era el cumplimiento del Mesías prometido anunciado por el profeta Isaías 700 años antes.

 

 “Pues bien, será el propio Señor quien os dará una señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo,* y le pondrá por nombre Emanuel.  (Isaías 7:14)

 

Dios con nosotros

El nombre Emanuel significa “Dios con nosotros”. Jesús es Dios con nosotras.  El Dios Todopoderoso se encarnó y vino a la tierra para salvarnos del pecado.  El Espíritu de Dios había revelado el nombre de Jesús a Isaías cientos de años antes de que María y José existieran.  La vida concebida en el vientre de María fue un acto sobrenatural del Espíritu para cumplir la promesa de Dios para la liberación.  A través del nacimiento, muerte y resurrección de Jesús, las criaturas de Dios pudieron apartarse de sus pecados y recibir la vida eterna por la gracia a través de la fe.

 

Jesús es el nombre sobre todo nombre.  Podemos inclinarnos ante Él cómo nuestro Salvador aquí en la tierra o un día nos inclinaremos ante Él en humillación y lamento. El final de nuestra propia historia estará determinado por cómo respondamos a Su nombre.

 

Dios está con nosotras. La salvación nació en Belén, y podemos escoger ofrecerle a Él todo lo que tenemos y humildemente reconocer que lo necesitamos. Cuando clamamos el nombre “Jesús” y lo hacemos Señor de nuestras vidas, obtenemos una nueva identidad que reemplaza cualquier etiqueta que este mundo intente ponernos. Entonces llevamos Su nombre y el mundo puede ver que somos cristianas.  

 

Lyli








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