Soy Libre

 

¡Todavía recuerdo el día que aprobé mi examen de conducir (por supuesto me jacto frente a mis hijos que lo hice de 10, y me encanta estacionar en paralelo hasta el día de hoy)! También recuerdo haber recibido las llaves de mi primer coche. ¡El mejor día! Hay algo en la libertad que se siente tan bien, ¿verdad? La anhelamos. La hemos deseado desde el principio.

Creo que es seguro decir que la palabra libertad se ha convertido en sinónimo de capacidad para tomar nuestras propias decisiones, hacer nuestras propias cosas y abrir nuestros propios caminos. Estamos inundadas con mensajes como “sigue tu corazón” y “mi verdad”, lo que es un evangelio tentador para creer, sin embargo, es un camino peligroso a seguir. Nuestros corazones no nos salvarán; necesitamos ser salvadas de nuestros corazones. El corazón es engañoso más que todas las cosas. (Jeremías 17:9)

Sin embargo, comparadas con la libertad que tenemos en Cristo, las libertades personales que sujetamos tan fuertes en esta tierra palidecen. Hay un mundo de diferencia entre la libertad temporal y la eterna libertad. 

Nuestro mayor enemigo, Satanás, no quiere que seamos plenamente conscientes de nuestra libertad, la verdadera libertad que Jesús nos ha prometido. Tanto es así, que él está constantemente en nuestro oído avergonzándonos y culpándonos. El enemigo sabe que si puede mantenernos distraídas y concentradas en la libertad personal versus nuestra libertad en Cristo, él puede seguir teniendo un punto de apoyo.

Todas somos pecadoras y nuestro pecado se apodera de nosotras todos los días, lo que nos hace tomar malas decisiones y actuar de acuerdo a ellas. Como vivimos en piloto automático, perdemos de vista el final del camino, que es destrucción. El pecado destruye nuestras vidas. No se encuentra libertad en el pecado, sino esclavitud y destrucción. Es un ciclo feo que se repetirá una y otra vez, siempre que lo permitamos.

“Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres.” Juan 8:36

La verdadera libertad está disponible para nosotras. Jesús es la libertad que realmente buscamos. 

Vivimos en un mundo roto. Toda la tentación, el dolor y la decepción que experimentamos, Jesús también la experimentó. Sabe lo que se siente el acoso, la traición y el abandono. Él sabía la importancia de ir a su Padre con un espíritu turbado. Él conocía que esa libertad no la encontraría en Sus sentimientos, sino en la verdad. Es la verdad la que nos libera.

La libertad en Cristo no es una licencia para hacer lo que desee nuestro corazón. Dios nos ha dado libertad para hacer lo que debemos hacer. Libertad para abstenernos. Libertad para contender. Libertad para rechazar. Libertad para elegir la voluntad de Dios en nuestras vidas, incluso frente a la fuerza gravitacional de nuestro pecado. Libertad en áreas de nuestra vida que son rehenes del pecado. Su libertad nos libera para caminar en lo que Él ha preparado, para lo cual nos ha llamado.

Aquellos que confían en el Señor y se aferran a Su Palabra, levantarán alas como águilas. ¡Serán libres, de hecho! 

Amigas, ¡se nos ha dado una invitación a vivir libres! 

Mi oración por ti hoy es que aceptes Su invitación y no mires la libertad cómo el mundo la define, sino como Cristo la quiere para tu vida. Los planes de Dios para ti son buenos y Su amor por ti es aún mayor. Puedes confiar en Él. Envió a Su único Hijo a morir una muerte brutal  para que tú vivas libre.

¡Vivamos como personas libres!

 

Kelli

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