Sí, Creo

Recuerdo a una de las maestras de escuela dominical que tuve de pequeña enseñándonos la historia acerca de Jesús ascendiendo a las nubes. Compartió lo emocionada que estaba por que Jesús volviera otra vez.  La historia parecía de otro mundo, y en mi mente quedó grabada la imagen de Jesús en una pizarra de felpa trasladándose del suelo al cielo. (Nota: aquellas de ustedes que sirven en el ministerio de niños recuerden que su trabajo y  sus lecciones no son en vano). Recuerdo que de niña me preguntaba: “¿Cómo puede ser esto verdad?”  y al final, gracias a la fidelidad de sus enseñanzas y la enseñanza de otros, yo llegué a creer.

Como adulta, es lo mismo, creo. De todo corazón creo en la historia de Jesús en las nubes. Pero siendo sincera, la parte más difícil para mí es recordar que nuestro Jesús, quien nos salvó de nuestros pecados y ha prometido volver algún día, es el mismo Jesús cuyo acto final en la tierra fue bendecirnos.  Pero hoy, al leer nuestro pasaje, su bendición final me detuvo. Veamos el pasaje detenidamente:

“Por tanto, Yo enviaré sobre ustedes la promesa de Mi Padre; pero ustedes, permanezcan en la ciudad hasta que sean investidos con poder de lo alto». Entonces Jesús los condujo fuera de la ciudad, hasta cerca de Betania, y alzando Sus manos, los bendijo. Y aconteció que mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo” Lucas 24:49-51.

Siempre he observado el pasaje y he visto la ascensión de Jesús y Sus  últimas palabras  como un adiós. Pero las escrituras nos dicen que es más que eso; es una bendición, El acto final de Jesús mientras asciende a los cielos fue bendecir a Su pueblo.

No estoy segura de por qué a mi corazón le costó creer eso esta semana, pero lo hizo. A decir verdad, a veces es más fácil para mí comprender y creer los hechos teológicos sobre la historia de Jesús que aceptar las implicaciones de esas verdades en mi vida.

Jesús vino, Jesús murió.  El venció la tumba.  Y después, ascendió al cielo.

Sí, creo.

Y Él hizo esas cosas para bendecirnos, para restaurarnos, para invitarnos a vivir en misión con Él.

Si,  quiero creer. Pero a decir verdad, en ocasiones esta parte me resulta más difícil de aceptarla completamente.  La humanidad del amor de Cristo por nosotras aún me impacta.  Y sin embargo esto es el corazón de la misión de Dios.  Jesús vino y murió por nosotras. Él no tenía que sufrir por nosotras, pero lo hizo. En Sus momentos finales con Sus discípulos, Él no tenía que bendecirlos, pero lo hizo.

 

Así que, mi querida lectora, no sé a lo que te estás enfrentando hoy pero necesito que sepas estas verdades: Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo viene de nuevo. Él hizo estas cosas por Su profundo amor por ti. En estos días oscuros entre Su primera venida y Su regreso,  no nos has dejado desprotegidas esperando. No, en lugar de eso nos dejó con una bendición, una promesa de poder de lo alto de que un día todas las naciones serán restauradas y la redención se encuentra solo en Él.

Hoy, a pesar de lo que la vida puede deparar, puedes caminar con la confianza de quien ha sido bendecida por Jesús.

Bendiciones para ti,

 

Brittany

                                 

 

 

 

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