Señales de Peligro

 

No creo que haya una cita más acertada con respecto a las amistades que esta: “Muéstrame a tus amigos y te mostraré tu futuro”. 

 

La amistad es algo muy importante. 

 

Invertimos en (o se nos anima a perseguir) una educación o capacitación durante gran parte de esta vida, que incluye, entre otros, capacitación laboral, educación sobre instrumentos musicales, entrenamiento físico, educación para conductores, asesoramiento prematrimonial, etc. Pero algo tan importante como las amistades, queda librado a nuestra cuenta desde una edad muy temprana. Recuerdo llegar a casa desde el jardín de infancia y contarle a mis padres todo sobre mi nueva “mejor amiga”. Para cuando empecé a oír cosas como “elige sabiamente a tus amistades”, ya habían pasado unos cinco o seis años desde que yo elegía a mis propias amigas basándome en calificaciones muy superficiales. 

 

Aquellas personas con las que pasamos tiempo, a quienes prestamos atención y a las que permitimos que hablen a nuestras vidas, definitivamente tendrán un impacto. 

 

En 1 Corintios 15:33 se da una advertencia fuerte y clara: “No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».”

 

Los corintios estaban siendo influenciados por personas no cristianas que los persuadían de disfrutar los placeres mundanos, ya que no creían que existiera un cielo al que esperar. 

 

Debemos vivir con la eternidad en mente, de lo contrario perderemos nuestra herencia por aquello que se siente y suena bien en el momento. 

 

Como madre sola criando a dos niños pequeños, el peso de la maternidad pesa mucho en mi corazón. Aunque parece que estoy haciendo esto sola, el Señor está cerca y hace que todo sea posible.  Al navegar a través del adulterio en mi matrimonio, lo que me llevó al divorcio y a ser madre sola, puedo decir honestamente que esas experiencias desgarradoras me han hecho una madre más feroz y centrada. Estoy criando a mis hijos de manera diferente estos días y mis ojos están puestos en la eternidad como nunca antes. 

 

Aprendí algunas lecciones muy reales y duras sobre las amistades mientras caminaba por mi divorcio. Rápidamente aprendí quiénes eran verdaderas amigas y quiénes estaban por las razones equivocadas. Encontré a las que lucharon por la honra, a mi lado, y a las que no eran lo suficientemente valientes para la batalla. En algunos casos, me sorprendió cómo se desarrollaba todo esto. Las que creía que serían mis compañeras de viaje hasta morir no lograron sostenerse. Sin embargo, el Señor asignó a las compañeras perfectas para adentrarse en las profundidades conmigo. 

 

Lo que he aprendido sobre la amistad en estos últimos años es exactamente lo que estoy enseñándole a mis hijos pequeños hoy. Como padres, tenemos un papel que desempeñar en la educación de nuestros hijos sobre las amistades. Si no lo hacemos nosotros, lo hará el mundo (la Biblia es muy clara al respecto). 

 

El mundo es una seductora y el Señor considera que nuestra amistad con las cosas de este mundo es adulterio. Debemos ser fieles a nuestra relación con Dios. 

 

¿Las mujeres en tu vida te impulsan hacia los caminos del Señor? ¿Su discurso es edificante y vivificante? ¿Te perseguirán y te harán responsable si te desvías del rumbo? ¿Lucharán a tu lado? ¿Son de gran paciencia? 

 

Estas son preguntas importantes para ponderar. Te animo a que hoy hagas un inventario de las personas a las que has dado un asiento en primera fila en tu vida. Es posible que algunas personas deban ser trasladadas al balcón. Te doy permiso para organizar y priorizar las relaciones que vienen de Dios, en tu vida. El hecho de que hayas sido amiga de alguien durante veinte años no le da las acreditaciones para hablar a tu vida. 

 

Si te revuelcas en el barro, te ensuciarás. Es un hecho. 

 

Debemos elegir sabiamente.

 

Kelli

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