“Digan entre las naciones: ‘El Señor reina; Ciertamente el mundo está bien afirmado, será inconmovible; Él juzgará a los pueblos con equidad’. Alégrense los cielos y regocíjese la tierra; Ruja el mar y cuánto contiene; Gócese el campo y todo lo que en él hay. Entonces todos los árboles del bosque cantarán con gozo delante del Señor, por que Él viene a juzgar la tierra: Juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su fidelidad”.
El Salmo 96 es el primero de un grupo llamado “Salmos de la realeza del Señor”. Este himno afirma el gobierno de Dios sobre todo el mundo y refleja la adoración de los exiliados al volver de la cautividad.
A lo largo de los versículos, el salmista nos presenta una guía de adoración, alabanza y reconocimiento: “¡Grande es el Señor y digno de alabanza, más temible que todos los dioses!”. Nos invita a detenernos y contemplar Su grandeza, exhortando a todo Su pueblo, en todas las naciones, a alegrarse y regocijarse en Él.
En el pasaje de hoy observamos repetidamente “la justicia de Dios”, y a Él como el juez justo. Tal como Él, Su justicia prevalecerá para siempre, lo que nos indica que desde el principio, y hasta el momento de su segunda venida, el Señor ha sido, es y será la autoridad sobre todo lo creado.
Por lo tanto, este salmo nos recuerda que podemos confiar en que Su reino está establecido firmemente en esta tierra, y Su justicia prevalecerá por siempre, que existe un orden y una seguridad inquebrantables para nuestras vidas.
Así mismo, en el contexto del pasaje, vemos al salmista llamándonos a cantar (v.1) proclamar (v.2), contar (v.3), a dar gloria a Dios (vv.7-8), a adorarlo y temerle con reverencia (v.9), anunciar Sus maravillas, a alegrarnos y gozarnos por Su salvación y justicia. Nos invita a testificar sobre las grandes obras que están ante nuestros ojos y los milagros que Dios ha obrado en nuestras vidas y en el mundo.
La idea de que “el mundo está bien afirmado” nos da la confianza que toda Su creación está regida por Su soberanía. No importa cuán caótico parezca nuestro entorno, podemos tener la certeza de que nuestras vidas están en Sus manos.
Este conocimiento nos brinda paz y nos motiva a vivir intencionalmente, sabiendo que cada acción y decisión que tomamos puede reflejar Su amor y majestad.
Nuestro refugio siempre está en nuestro Dios Creador. Cuando nos acercamos a Él encontramos seguridad y protección en todo tiempo, sea en adversidad o serenidad. Las cosas de este mundo pasarán, pero Él es eterno.
El Salmo 96, no sólo nos invita a la contemplación, sino también a la acción. Nos llama a proclamar Su grandeza entre las naciones y a anunciar Su salvación cada día. Es un recordatorio constante de que nuestra misión como creyentes en Cristo es llevar la luz de Dios a un mundo que necesita desesperadamente Su amor y justicia.
Cada momento es una oportunidad para ser testigos de Su gracia y bondad.
Padre, hoy te doy gracias por Tu palabra y por poder conocerte y acercarme más a Ti a través de ella. Por recordarme que, por medio de Tu creación, todos en el mundo pueden admirar Tu poder y grandeza. Hoy descanso en Tu soberanía, mi paz está puesta en Tus manos; Tú eres mi Rey y Señor. En el nombre de Jesús, amén.
Sirviendo a Cristo,
Joana Báez