Riquezas Temporales vs. Tesoros Eternos

 

En un abrir y cerrar de ojos

 

¿Alguna vez has invertido mucho tiempo y dinero en planificar y llevar a cabo un evento importante, como una boda, un congreso, una fiesta de cumpleaños, etc.? ¿Cómo te sentiste cuando terminó? ¿Estuvo a la altura de lo que esperaba? O pensaste: «¡Vaya!  ¡Tanto tiempo de trabajo para algo que se acabó sin darnos cuenta! ¿Se acordará la gente de él?” 

 

Hace poco acompañé a una amiga en su época de compromiso. Los meses previos a su boda estuvieron llenos de planificación, compras, degustación de comida y pasteles, hacer listas de invitados, distribución de asientos y todo lo demás. Fue muy divertido y ¡mucho trabajo!, y todo condujo a un día muy especial y hermoso: un día que, ¡en sólo ocho horas!, llegó a su fin. Después de meses de planificación, antes de que nos diéramos cuenta, mi amiga se alejaba de nosotros con su nuevo marido y todos los invitados se iban a casa a dormir. No me malinterpreten: a mi amiga le encantó el día de su boda y todo salió a pedir de boca. Sin embargo, no pude evitar pensar: «!Vaya, todo se acabó en un abrir y cerrar de ojos!».

 

Cuando leo la historia de Ester, es inevitable que piense en lo que el rey Asuero debió sentir al final de su vida, tras años de vivir opulentamente. Él vivió como cualquiera imagina que viviría un rey. Después de todo, pasó 180 días exhibiendo su riqueza y su gloria personal (Ester 1:4). Sin embargo, podemos suponer que al final de su vida él no conoció al Señor. Murió como un hombre que vivió una vida temporal y lujosa en la tierra, sólo para pasar el resto de la eternidad sin la presencia amorosa de Dios.

 

 

Evaluando los tesoros de nuestras vidas

 

Aunque es fácil leer sobre el rey Asuero y juzgar sus acciones, en ocasiones podemos ser como él. ¿Cuáles son los tesoros temporales que estamos almacenando a este lado del cielo? En Mateo 6:19-21 Jesús nos dice: «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón». Los tesoros en el cielo de los que habla Jesús son tesoros eternos, como la Palabra de Dios y las almas de las personas. Son cosas que tenemos con nosotros ahora en la tierra, pero cosas que también estarán con nosotros en el cielo. 

 

Sí, Dios, a través de Su gracia soberana, nos da regalos temporales y terrenales diseñados para traernos alegría y glorificarle, pero esas cosas son efímeras. Son alegrías temporales que no podemos llevar con nosotros a la eternidad. No nos traen la satisfacción y el propósito final. Entonces, ¿qué podemos llevar a la eternidad? Podemos llevar lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios: la salvación y la vida eterna por gracia mediante la fe en Jesucristo; y podemos llevar a otras almas que han creído en la muerte y resurrección de Jesús en la cruz. Esas dos cosas son las únicas que podemos disfrutar ahora en la tierra y después por toda la eternidad en el cielo.

 

 

Filtrar la vida a través de una perspectiva eterna

 

Piensa en la vida que llevas: ¿pones más amor e intención en la Palabra de Dios y en las almas de las personas, o te enfocas más en los regalos terrenales que carecen de significado eterno? Dios se muestra muy amoroso y bondadoso al darnos regalos durante nuestro tiempo en la tierra.  Pero no podemos permitir que el enemigo tome lo que el Señor desea para nuestro bien y Su gloria y, luego, nos desvíe de los propósitos que tenemos de dar a conocer a Cristo y el destino eterno.

 

Quiero retarte a que hagas un inventario de cuáles son los tesoros de tu corazón. ¿Anhela tu corazón regalos que sólo estarán presentes durante tu tiempo en la tierra, o anhela tu corazón cosas eternas como la Palabra de Dios y que las almas de Su pueblo lo conozcan? Es mi oración que todos hagamos un inventario esta semana para entender realmente dónde están nuestros tesoros.  Que el Señor nos muestre su gracia mientras reajustamos nuestros corazones a Él y a Su pueblo – los tesoros eternos que no se pierden ni se olvidan.

 

Haley Crabtree

 

Semana 1 – Desafío

Esta semana, centrémonos en vivir una vida de fe en lugar de temor. Cuando los temores entren en tu mente, llévalos cautivos leyendo versículos para combatirlos. Luego, tómate un tiempo en ese momento para convertir tus temores en fe orando por ellos y entregándoselos a Dios. Que esta semana sea el comienzo de una vida vivida en fe, dando gloria a Dios.

 

Semana 1 – Plan de Lectura

 

 

Semana 1 – Versículo a Memorizar

 

 

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