Aunque no queramos admitirlo ni experimentarlo, el sufrimiento es una realidad para el cristiano. No deberíamos sorprendernos cuando llega.
En medio de la persecución, Pedro habla a los creyentes del siglo I de una verdad difícil de comprender y asimilar. Además se dirige a sus oyentes como “amados”. Pero Pedro es algo más que un maestro para sus oyentes. Amaba profundamente a sus oyentes y se preocupaba por ellos.
La verdad del sufrimiento en la vida cristiana no era un concepto nuevo enseñado por Pedro. Jesús mismo dijo lo mismo en Lucas 9:23: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Jesús dijo estas cosas después de compartir acerca del sufrimiento que soportaría a través de su muerte. Jesús mismo nos enseñó y padeció sufrimientos, por esta razón es importante recordar que aquellos que le seguimos también los tendremos.
Aquí Pedro nos insta a responder con una actitud de gozo en medio del sufrimiento. Independientemente de la profundidad del sufrimiento, todos sabemos que alegrarnos no es nuestra respuesta natural, ni siquiera lo que deseamos. La mayoría de las veces queremos lamentarnos, autocompadecernos y recibir la compasión de los demás. Pero, ¿por qué debemos gozarnos? ¿Es para tener una mejor perspectiva? ¿Acaso ayuda a que termine el sufrimiento?
Pedro revela que cuando sufrimos justificadamente, nos parecemos a Cristo. Cristo sufrió justamente. Al hacerlo, a su vez reflejamos a Cristo. El sufrimiento no fue el final para Jesús. Cuando Él es glorificado, sabemos que un día seremos glorificados con Él al estar unidos a Él. Esto produce una gran esperanza en medio del sufrimiento (Santiago 1:12).
Anhelo que llegue el día en que el sufrimiento desaparezca y pueda estar con Cristo. Sin embargo, si el propósito del sufrimiento es compartir con Cristo y regocijarnos con Él en toda Su gloria, entonces yo digo, ¡adelante!
Esta no es la única vez que Pedro aborda el sufrimiento en su carta. Anteriormente en el capítulo, escribe en el versículo 1: “Así que, puesto que Cristo padeció en la carne, armaos también vosotros del mismo entendimiento, porque el que padece en la carne está acabado de pecado…” Donde hay justicia, hay sufrimiento.
Jesús es nuestro ejemplo perfecto de sufrir correctamente. Lo vemos en Isaías 53: 3: “Fue despreciado y desechado de los hombres,Varón de dolores y experimentado en aflicción; Y como uno de quien los hombres esconden el rostro, Fue despreciado, y no lo estimamos.”. Jesús, perfecto en todos los sentidos, fue despreciado y rechazado. No era valorado por el mundo.
Jesús sufrió mucho por nuestra salvación. Él se llenó de gozo para traernos la salvación, para que pudiéramos ser restaurados a una relación correcta con Dios. Jesús es nuestro ejemplo perfecto de regocijo en el sufrimiento. Por eso, ¡nos regocijaremos con Él en la gloria cuando regrese!
El renombrado predicador del siglo XIX Charles Spurgeon expresa muy bien este pensamiento:
” Coloca esto en tu corazón:
Si estoy arriba o abajo,
El Señor Jesús es el mismo.
Tanto si canto como si suspiro
la promesa es verdadera y
fiel es el Creador.
Si estoy en la cumbre
o esté escondido en el valle
la promesa es firme
y el amor eterno permanece”.
Regocijarse en el sufrimiento no significa que nos conformemos con nuestras circunstancias e ignoremos el dolor que podemos estar experimentando. Regocijarnos no significa que descuidemos lo que estamos experimentando. Por el contrario, debemos tomar la decisión activa de gozarnos por la esperanza que tenemos en Cristo.
Claire Marshall
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Desafío de la Semana 4:
Comprométete a memorizar un pasaje clave de la 1ª de Pedro que más te haya llamado la atención. Cuando memorices este versículo, compártelo con alguien cercano a ti, explicándole por qué es significativo. Escríbelo en una tarjeta y tenla contigo en tu auto o en tu casa. Léelo a lo largo del día.
Plan de Lectura
Versículo a Memorizar
