¿Quién puede?

 

 

Mi marido y yo nos sentamos en el cine embelesados mientras veíamos una hermosa película que mostraba el poder de Dios. Un niño casi se ahoga y el médico le dijo a su madre que no había esperanzas de que se recuperara. Aquella mujer de fe se paró frente a su hijo sin vida y se lamentó ante Jesús. Desafiando todo razonamiento médico, el corazón de aquel niño comenzó a latir. Aquel que es la Resurrección y la Vida levantó a aquel niño de la cama y le devolvió la vida a su cuerpo.  

 

Mientras volvíamos a casa esa noche, me llené de una alegría increíble al saber que Jesús tiene el poder de curar. El mundo te dirá que no hay esperanza de salvación. Pero, podemos traer a nuestro ser querido que tiene un pie en la tumba y ponerlo a los pies de Jesús. 

 

Jesús puede reparar nuestro matrimonio roto y renovar la intimidad.  

Jesús puede restaurar los sueños aplastados por el rechazo de los demás.

Jesús puede inundar de paz un hogar donde el conflicto ha creado el caos.  

Jesús puede interrumpir los planes del enemigo y derribar cualquier fortaleza. 

 

Nuestro Salvador puede dar vida a cualquier situación. Sin embargo, a veces me doy por vencida con demasiada facilidad y cedo ante la derrota. En lugar de superar la duda y el miedo para llevar mis necesidades a Jesús, me digo a mí misma que mi situación no tiene arreglo.  

 

Me siento muy motivada por la fe de los cuatro amigos que se subieron a un tejado y no desistieron en su empeño de presentar a su amigo a Jesús. Su espíritu imparable me desafía a seguir orando, a seguir creyendo y a no rendirme nunca.  

 

A veces, hago que mis problemas sean demasiado grandes, y tengo una visión distorsionada de un Salvador distante que creo que no siempre resuelve mis problemas. Creo una mentira en lugar de permanecer en la verdad. Me centro en la solución temporal de mi dolor y no reconozco el milagro mayor que Dios ha preparado.  

 

Los fariseos de la historia sabían lo que decían las Escrituras sobre el Mesías, pero su visión distorsionada les impedía recibir la salvación. Las acciones de Jesús dejan perfectamente claro quién es Él.  

 

Es el Hijo de Dios. No se limita a sanar. La restauración física podía ayudar a este hombre a caminar, pero su alma seguía muerta en el pecado. Jesús vino a hacer algo más que a sanar. Dios se encarnó y se hizo hombre. El Todopoderoso sintió nuestro dolor. Vio nuestra necesidad y entregó su vida para hacer algo más que sanar nuestro dolor. Nuestro Salvador vino a perdonar.

 

Cuando miramos a Jesús y le pedimos con fe, pasamos de la muerte a la vida. Nuestro destino eterno cambia para siempre.  

 

Jesús vino a salvarte. Él dice: “Levántate y anda”. Aléjate del pecado y de la muerte y permanece completamente perdonado.  

 

¿Quién puede salvar un alma perdida? Sólo Jesús. El mundo verá como El ha cambiado tu vida, y se llenarán de asombro. El ha hecho un milagro increíble en ti.  

 

 

Lyli

 

 

 

Lily

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