Propensas a extraviarnos

 

Puedo recordar cuán perpleja me quedaba de niña cuando mis amigas queridas dejaban la iglesia o se apartaban de su fe. Mi vida y familia eran un lugar seguro para crecer y prosperar, por eso no podía imaginar cómo la vida podría poner a prueba nuestra fe.  Mi fe de niña no había soportado dificultades ni sufrimiento, por lo que fue fácil para mí “estar firme” cuando nada en mi vida me había empujado a aferrarme a Jesús con todo lo que tenía. Como adulta, soy muy consciente de cómo la vida puede distraer, tentar, aplastar, destruir y poner a prueba la fe de una persona.

 

Desde el comienzo del Génesis vemos que la humanidad, en su conjunto, tiende a extraviarse. Somos propensas a la idolatría y a la desobediencia. Como vivimos en un mundo arruinado,  estamos heridas, dañadas y podemos experimentar tanto un sufrimiento indecible como una gran alegría. La vida es compleja, y el escritor de Hebreos sabía que nuestra fe sería probada; sabía que estaríamos tentadas a dejarnos llevar por una serie de cosas que este mundo tiene para ofrecer.

 

En temporadas buenas, es fácil confiar en nosotras mismas y en nuestros recursos, en lugar de mantener nuestra fe en un Dios bueno y santo. Durante las temporadas difíciles, es fácil mirar alrededor y preguntarse dónde está Dios en medio de las ruinas. El libro de Hebreos es una carta que proclama una y otra vez que Jesús es mejor y Él tiene el control, sin importar cómo sea nuestra temporada.

 

En el primer capítulo de Hebreos se nos dice que Jesús es mejor que los ángeles y que Él sostiene todas las cosas con el poder de Su Palabra. ¡En los primeros versículos se nos dice que Él solo es quien nos ha limpiado de nuestro pecado (Hebreos 1:3)! A la luz de esto, Hebreos 2:1-4 nos exhorta a que “con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”. Si haces preguntas cuando lees las Escrituras (lo que es una buena práctica cuando estudias la Biblia), una de tus preguntas debería ser “¿Qué es exactamente lo que hemos oído?”

 

En este pasaje, “el mensaje hablado a través de los ángeles” se refiere a la ley en el Antiguo Testamento. El escritor del pasaje está contrastando cómo en un tiempo, el pueblo de Dios estaba bajo la ley, y su desobediencia fue medida y sancionada por la ley. Pero ahora tenemos a Jesús, la verdadera y mejor ley. Su salvación, una salvación mayor, es la forma en que medimos nuestras vidas. Debido a que Cristo pagó por nuestros pecados, la pena por nuestra desobediencia fue pagada en la cruz.

 

Cuando somos exhortadas a “atender con más diligencia”, a lo que debemos estar atendiendo más diligentemente es: nuestra gran salvación en Jesús, que es mejor que los ángeles (Hebreos 1:4), mejor que Moisés (Hebreos 3: 3- 4), mejor que la ley (Hebreos 8: 6) y mejor que todo lo que este mundo tiene para ofrecer. Fijamos nuestros ojos en Jesús, para que nada en este mundo nos aleje lenta (o rápidamente) de Él.

 

La verdad es que, como dice el famoso himno, todas somos “propensas a vagar Señor, lo siento. Propensas a dejar al Dios que amamos”. Cuando nuestra fe se siente débil, cuando inevitablemente estamos tentadas a alejarnos debido a la abundancia o la escasez, a través de alegrías terrenales o dolores profundos, debemos prestar mucha atención a lo que hemos escuchado para no ceder y extraviarnos.

 

Hebrews 10:23 dice: “Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió.”

 

Querida hermana, sea lo que sea que estés enfrentando hoy, déjame animarte a mirar a Jesús. Presta especial atención a quién es Él, y qué ha hecho por ti.  Aférrate inquebrantablemente a la esperanza que confesamos, porque nuestro Salvador es bueno, digno de confianza y es infinitamente mejor que cualquier cosa que este mundo pueda ofrecer.

 

Brittany

 

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