Tenía tan sólo diecinueve años cuando mi mamá murió tras una enfermedad muy breve. Aunque ya ha pasado mucho tiempo, todavía recuerdo nuestra conversación y las últimas palabras que me dijo la noche antes de morir. Son palabras preciosas que atesoro. Me han ayudado a fortalecerme y a animarme en los momentos difíciles después de su partida.
Parece que las palabras finales de alguien son importantes, ya sea al despedirse de un ser querido o al buscar dejar un legado. Una búsqueda en internet de “últimas palabras famosas” revelará frases de estrellas de cine, cantantes, políticos, artistas, reyes y reinas, y muchos más. Algunas son conmovedoras, graciosas, tristes, ingeniosas o llenas de sabiduría, pero todas siguen siendo un testimonio o reflejo de la persona que partió.
Preparando el contexto
Al comenzar nuestro estudio de Juan 15, es importante recordar el contexto y la situación en la que Jesús habló con sus discípulos. Los capítulos 13 al 17 del Evangelio de Juan son comúnmente conocidos como el “Discurso del Aposento Alto” o “Discurso de Despedida”. Jesús comparte sus últimas enseñanzas con sus discípulos la noche antes de ir a la cruz, durante la celebración de la Pascua.
En ese momento, ellos no comprendieron del todo lo que estaba por suceder, pero Jesús ya les había dicho que se iba. Todo lo que ocurre y se dice en esa noche tiene como propósito instruirlos y prepararlos para la vida y el ministerio después de Su partida.
Jesús les enseña cómo, a través de Su inminente muerte y resurrección, Él es el cumplimiento de la Pascua del Antiguo Testamento. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Modela la humildad del siervo al lavar los pies de los discípulos. Les manda que se amen unos a otros. Promete enviar a otro Consolador, el Espíritu Santo, que vendrá. Los prepara para la persecución. Les habla del hogar futuro que tendrán con el Padre.
Y, entretejido en todo esto, encontramos siete declaraciones de “YO SOY”, a través de las cuales Jesús revela Su identidad, propósito y carácter. Jesús ha compartido que es Él es el Pan de Vida, la Luz del Mundo, la Puerta de las Ovejas, el Buen Pastor, la Resurrección y la Vida, y el Camino, la Verdad y la Vida.
Ahora llegamos a la declaración final en Juan 15:1: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador.”
Verdadero, real y genuino
¿Por qué es importante esta declaración? Es útil ponernos en el lugar de los discípulos que escucharon a Jesús describirse de esta manera. Ellos conocían bien las Escrituras del Antiguo Testamento y recordarían de inmediato las muchas ocasiones en que Israel fue comparado con una vid. Lamentablemente, el pueblo de Israel, escogido por Dios, demostró ser infiel, desobediente, rebelde e injusto a lo largo del Antiguo Testamento.
Observa que Jesús no dice simplemente que Él es la vid, sino que Él es la vid verdadera, aquel que sería lo que Israel no fue.
Una vid es la fuente de vida para una planta, flor o fruto. Es a través de la vid que la planta recibe el agua y los nutrientes necesarios para florecer. Sin la vid, las plantas se marchitan y mueren.
Vivimos en un mundo y una época en la que las personas no siempre son quienes dicen ser. Hay noticias falsas. La verdad ha sido diluida o adaptada a conveniencia. Por eso es vital que conozcamos y permanezcamos cerca de Aquel que es verdadero, real y genuino. Jesús nunca se retracta de Su Palabra, por lo tanto, podemos confiar en Él y sostenernos en Sus promesas.
El año pasado, tuvimos el placer de visitar el oeste de Francia durante las vacaciones y recorrimos algunos viñedos. Fue fascinante ver cómo crecían las vides, con raíces fuertes, hojas verdes, ramas sanas entrelazadas y cargadas de racimos de uvas dulces y jugosas. También observé cómo era un trabajo de tiempo completo para los obreros asegurarse de que las vides estuvieran bien cuidadas, atendidas y podadas para promover la producción de buen fruto y un mayor crecimiento. Esta es la imagen que tengo en mente al llegar a Juan 15.
Qué gran imagen y descripción para nosotras, como seguidoras de Jesús: formar parte de Aquel que es la vid verdadera. Al leer Juan 15, vemos que nosotras somos las ramas.
Jesús es nuestra fuente de vida y nuestro sustentador. En respuesta a esa verdad, somos llamadas a ser sabias en nuestras prioridades, comprometidas con Su Palabra y en comunión con Su pueblo. En última instancia, se nos llama a permanecer, habitar, morar y estar cerca de Jesús.
Así como Jesús es la vid verdadera, Juan 15:1 nos dice que Dios el Padre es el labrador. La jardinería es un trabajo arduo. Es una ocupación constante si quieres cultivar una variedad hermosa de plantas y flores, sembrar y hacer crecer semillas, eliminar malas hierbas y preparar el suelo para producir frutos y vegetales caseros. El jardinero está comprometido con su tarea y sabe exactamente qué plantar, cuándo y dónde.
Qué hermoso es pensar en Dios nuestro Padre como el jardinero que trabaja en nuestras vidas, regando la semilla de Su Palabra que ha sido sembrada y convenciéndonos, por Su Espíritu, de las malas hierbas del pecado que podrían fácilmente ahogarnos y enredarnos. Luego se deleita en las flores que dan color, fragancia, belleza y en el buen fruto que crece en nuestros corazones y vidas.
La presencia del jardinero
A medida que Dios trabaja en nosotras y permanecemos en Jesús para crecer y florecer, el Padre corta las ramas para su propio bien y para un mayor crecimiento.
Hace unos años, en la iglesia estábamos estudiando el Evangelio de Juan durante los domingos por la mañana. Nuestro pastor enseñó sobre estos versículos, y sus palabras tocaron mi corazón de una manera que no he olvidado. La poda puede ser dolorosa y parecer dura, pero el jardinero nunca está más cerca de la rama que cuando la está podando.
Quizás, querida amiga, esta es precisamente la palabra de consuelo y seguridad que necesitas oír hoy, mientras atraviesas este tiempo de prueba o soportas un doloroso proceso. Estos días difíciles están siendo usados para podarte y prepararte para los buenos propósitos de Dios, para que seas fructífera y transformada a la imagen de Jesús.
Cuando Dios Padre poda, Él está cerca. Que puedas sentir Su cercanía y percibir Su mano sobre tu vida, incluso en medio de una temporada realmente difícil.
Mientras buscamos permanecer en Cristo, estando cerca de Jesús, hago eco de la oración de Pablo en Colosenses para cada una de nosotras:
“Por esta razón, desde el día en que lo supimos, no hemos dejado de orar por ustedes. Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios.” (Colosenses 1:9-10)
Amén.
Katie Shott
Semana 1 – Desafío
Esta semana, dedica un tiempo a la quietud y la oración. Pregúntale a Dios que áreas de tu vida necesitan ser podadas en esta temporada. Ora y entrégale esas cosas específicas y pídele al Espíritu Santo que obre en tu corazón y en tu vida. Asegúrate de compartirlo con un amiga(o) creyente de confianza para que te ayude a rendir cuentas y te ayude a ver dónde está obrando Dios.
______
Semana 1- Plan de Lectura
Semana 1- Versículo a Memorizar