Oídos Para Oír

 

 

 

¿Alguna vez has tenido una amiga cercana que ha escuchado el Evangelio muchas veces y aun así no ha permitido que se ablande su corazón y cambie su vida? ¿O qué hay de ti? ¿Has escuchado las Buenas Nuevas de Jesús pero la Palabra de Dios parece estar cayendo en oídos sordos (nuestros oídos)?

 

El pasaje de las Escrituras que estamos leyendo hoy aborda precisamente eso (si aún no has leído el pasaje, tómate un momento para hacerlo y luego vuelve a entrar, ¡estaremos aquí!).

 

Hoy, leemos acerca de cómo las Buenas Nuevas de Jesús pueden provocar una variedad de respuestas, pero una respuesta de verdadera creyente se verá como una semilla que ha sido plantada en buena tierra. Crecerá y producirá buenos frutos. Un corazón incrédulo escucha esta Buena Noticia y por varias razones la rechaza.

 

Me encanta este pasaje. Verás, siempre me ha atraído la forma en que Jesús enseñó usando parábolas e historias. Y la imagen de buena tierra versus mala tierra es una que a menudo golpea demasiado cerca de casa y siempre me hace reflexionar sobre la tierra en mi propio corazón.

 

Jesús explicó que hay tres formas en que uno puede “oír” la Palabra y ésta no echa raíz. Podemos tener un oído indefenso (v. 12), un oído superficial (v.13) o un oído distraído (v.14).

 

Al pensarlo bajo esa luz, creo que todas podemos estar de acuerdo en que hay momentos en los que todas caemos en esas categorías. Las diferentes etapas han causado que mi audición se debilite, ¡pero hay buenas noticias! Se puede encontrar un remedio en el versículo 18:

 

“Así que presta atención a cómo escuchas. A los que escuchen mi enseñanza, se les dará más entendimiento. Pero a los que no escuchan, incluso lo que creen que entienden les será quitado”.

 

¿Quieres tener “oídos para oír”, como describe nuestro pasaje? Este pasaje nos dice que la clave de nuestro entendimiento no es obligar a nuestros oídos a ser diferentes. No se trata de tomar cursos de teología o de convertirse en expertos. Es pasar tiempo en la Palabra de Dios, escuchando Su voz. Es elegir escuchar los mandamientos y las enseñanzas de Jesús y permitir que Su Palabra ablande la tierra de tu corazón.

 

Mira, a veces enseño estudios bíblicos para mujeres e inevitablemente hay una mujer que se me acerca después y me dice algo como: “Soy cristiana, pero simplemente no entiendo la Palabra de Dios cuando la leo sola en casa.” Lo que más me gusta es ver cómo se iluminan sus ojos cuando digo: “Yo tampoco”.

 

Verás, tener oídos para oír no se trata de ser el teólogo más inteligente de la sala; se trata de tener un corazón blando que es como la tierra fértil en este pasaje. Se trata de pasar tiempo a solas y con otras en nuestras comunidades de fe estudiando y escuchando la Palabra de Dios. Se trata de prestar atención a nuestro corazón, y cuando notamos que una audición indefensa, superficial o distraída comienza a arraigarse, hacemos los cambios necesarios para tener un corazón suave y oídos abiertos, listos para escuchar.

 

Así que hoy te dejo con esta pregunta de reflexión: ¿Tienes oídos para oír? ¿Qué tipo de suelo se refleja en tu corazón? Y, si después de una reflexión honesta, te encuentras en una época en la que tu corazón no está reflejando la buena tierra mencionada en este pasaje, ¿qué pasos debes seguir para hacer tiempo para escuchar más la Palabra de Dios?

 

Esta semana, que Dios te bendiga y te guarde, y que te dé oídos para oír.

 

Brittany

 

Brittany

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