Nuestro futuro asegurado en Cristo

 

“El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

 

Nuestro glorioso Padre siempre se ha comunicado con la humanidad a través de Sus obras. Las palabras del salmista, explican como la creación revela a Su autor. 

 

En el nuevo testamento, el apóstol Juan, también lo presenta como un Dios presente en la creación y manifestándose al hombre.

 

El versículo del devocional de hoy, nos muestra varias verdades que fundamentan nuestra fe, la primera de ellas es “El Verbo se hizo carne”. A Jesús nadie lo hizo, sino que por voluntad propia, se encarnó.

 

Segundo, dice“habitó entre nosotros”. Refiriéndose a cómo Juan, y otros testigos oculares, pudieron constatar la presencia de Jesús, no sólo le observaron cómo vivía, cuáles eran sus alimentos, qué actividades hacía, qué obras ejecutaba, pudieron contemplar a profundidad Su gloria. Juan dice: ”vimos” esto quiere decir que se manifestó perfectamente.

 

Dios Hijo, que ha estado eternamente con Dios, desde antes de que algo existiera, es quien vino a esta tierra para restaurar la relación entre el Creador y el hombre, Él es la luz que vino al mundo, quien ilumina a todo hombre que es alcanzado por Su poder redentor. Como creyentes confiamos en Su Palabra; pues la más grande manifestación la encontramos en Jesús quien revela perfectamente quien es Dios.

 

Jesús en su esencia es Dios. El posee TODAS las características divinas. Cuando observamos la vida y los milagros de nuestro Salvador, estamos conociendo a quien lo envió. Es imposible llegar a conocer a Dios Padre sin reconocer al Verbo encarnado como la gran manifestación de Su Amor por nosotros.

 

Por lo tanto, debemos acercarnos y someternos a Su Voluntad, que nos lleva a vivir una vida confiada y a poner nuestros ojos y mentes en Su Gloria. No hay excusas para no creer esta gran verdad.

 

Nunca olvidemos que el futuro que nos espera está asegurado en Cristo, entonces, llenemos nuestro corazón de inmensa gratitud, pues Su Gracia es continua y nunca se agota, cumplamos nuestra misión proclamando el evangelio, y expresemos adoración todos los días de nuestra existencia.                                                                                                                                                                                         

 

Querido Padre, ayúdame a testificar el evangelio que transforma las vidas, a ver la belleza de Tu gracia y el gozo de vivir dependiente de Ti, que cada día pueda ser enseñada por Tu palabra y pueda tributarte honor. En el nombre de Cristo Jesús, amén. 

 

Creciendo en su Palabra,

Erica Cárdenas

 

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