Nuestra Posición y el Resultado

 

“Si permanecemos en Cristo, daremos mucho fruto. Si no permanecemos en Él, seremos “echados fuera como el pámpano, y se secan; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Juan 15:6).

 

Esas son palabras que asustan. De inmediato me surgen varias preguntas: ¿Qué significa permanecer en Cristo? ¿Cómo sé si no estoy permaneciendo en Él? ¿Qué significa ser echada al fuego y quemada? No suena nada bien, y no quiero ser quemada de ninguna forma. Estoy segura de que tú tampoco. Entonces, ¿qué nos quiere decir este versículo?

 

Quiero abordar dos perspectivas diferentes que están en juego en este pasaje. Me gusta llamarlas POSICIÓN y RESULTADO.

 

Primero, la posición. Frases como “permanecer en”, “echado al fuego” y “se quema” describen la posición de una persona delante del Salvador del mundo, Jesucristo. El lugar en donde estamos posicionadas delante de Jesús aquí en la tierra, determinará dónde estaremos posicionadas por toda la eternidad. Y me refiero a dónde estamos realmente, honestamente y espiritualmente.

 

Las Escrituras dejan claro que quienes han confiado en Jesús para el perdón de sus pecados son salvos (Romanos 10:9-10). La salvación no es algo que ganamos o qué merecemos, ni algo en lo que caemos por casualidad. Observa que las palabras “permanecer” y “quedarse” son sinónimos. Habla de quienes confían en Jesús y perseveran en Él a lo largo de sus vidas.

 

Por fuera, podemos parecer cristianas ejemplares. Haciendo todo lo correcto, diciendo todo lo correcto, evitando todo lo incorrecto. Sirviendo como voluntarias, diezmando, apoyando, discipulando, dando, etc. Podemos ser la imagen de la corrección cristiana por fuera, pero por dentro ser fariseas modernas. Sin embargo, “el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

 

Es la posición de nuestro corazón lo que más importa. Dios conoce nuestros corazones. Él sabe si tenemos una verdadera relación de redención con Él o no. Podemos ocultarnos de los demás, pero no podemos engañar a Dios. Él sabe si realmente estamos conectadas a Él, la Vid verdadera, o si simplemente vivimos cerca de Él.

 

Un ejemplo evidente de esta posición falsa es Judas Iscariote. Él era un amigo cercano de Jesús, uno de los doce discípulos. Aparentemente, no se puede estar más unido a la Vid que eso. Sin embargo… Judas traicionó a Jesús. Caminó con Jesús, habló con Él, vio con sus propios ojos todos los milagros que Jesús hizo. Pero vendió a Jesús al Sanedrín por treinta piezas de plata. ¿Cómo fue esto posible?

 

Jesús dijo: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se unirá a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24). Judas estaba más apegado al dinero que a Jesús. Aunque escuchó a Jesús, no le obedeció. Aunque estuvo con Jesús, no lo conoció verdaderamente. Y aunque caminó con Jesús, no lo siguió.

 

No estaba unido ni permanecía en la verdadera Vid. Físicamente, Judas estaba tan cerca de Jesús, pero espiritualmente, su corazón estaba tan lejos como se podía estar.

 

Entonces, ¿cómo sabemos si estamos unidas a la verdadera Vid y permanecemos en Él? Hazte estas preguntas: ¿Has confiado en el poder salvador de Jesucristo y continúas confiando en Él día a día? ¿A quién o a qué estás dedicada? ¿A quién o a qué sirves? ¿Dónde estás verdaderamente posicionada espiritualmente, sin importar tu posición física?

 

Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Nuestro amor por Él se evidencia en nuestra obediencia a Él. Nuestra obediencia solo es posible cuando estamos rendidos a Su voluntad. Y solo podemos rendirnos a Su voluntad si permanecemos en Él y vivimos por el poder de Su Espíritu Santo en nosotros. Nuestra posición espiritual con Cristo está determinada por nuestra relación espiritual con Él.

 

Segundo, el resultado. La Biblia dice que separadas de Él, no podemos hacer nada. Algunas podrían discutir eso. Pero todo lo que hacemos es un regalo de la gracia común de Dios obrando en el mundo y en nuestras vidas. Pero aún más que esto, Jesús está diciendo que no podemos hacer nada de valor eterno sin Él. ¿Dónde nos deja eso?

 

No damos buen fruto por nuestra propia cuenta. No somos capaces de hacerlo. Además, no es nuestro trabajo como cristianas producir fruto. No hay nada que podamos producir que sea lo suficientemente bueno para Dios. Y Dios no necesita nada de nosotras. Él es el Creador Todopoderoso, Omnisciente, Omnipresente del cielo y la tierra. Nosotras somos “como neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4:14).

 

Aunque esa verdad puede ser difícil de aceptar, también hay otra verdad llena de gracia: aunque Dios no nos necesita, Él nos desea. Él quiere conocernos profundamente y ser conocido por nosotros. Quiere caminar con nosotros, cargar nuestras cargas, proveer para nosotros y darnos esperanza y un futuro. Y quiere llevar mucho fruto a través de nosotras.

 

Como creyentes, tenemos una elección cada día,a cada momento: vivir según la carne o vivir según el Espíritu Santo que está en nosotras. Podemos permanecer en Él, unidas a la verdadera Vid, y dejar que Su fruto brote en nuestras vidas como resultado de Su Espíritu, o podemos producir nuestro propio pequeño y vano fruto por medio de nuestras obras carnales.

 

Los resultados diarios serán probados por el fuego, y su verdadera fuente será revelada en el Día del Juicio. Si estamos dando fruto de nuestra propia fuente y no de la Vid, entonces, como dijo Jesús: “La obra de cada uno se hará evidente, porque el Día la dará a conocer, pues por el fuego será revelada. Y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno. Si permanece la obra que alguno ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quema, sufrirá pérdida; sin embargo, él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:13-15).

 

Amiga, si has confiado en Cristo para tu salvación, no tienes que temer el Día del Juicio. Has sido hecha nueva y estás limpia con la justicia de Jesús. El Espíritu Santo vive en ti para ayudarte a permanecer en la Vid.

 

Si nunca has confiado en Jesús para el perdón de tus pecados, hoy puede ser el día. No tienes que vivir por tu cuenta, luchando por propósito y amor. Tienes la oportunidad hoy de conocer al Único que te ama y dio Su vida por ti. La vida abundante y eterna puede ser tuya hoy. La decisión es tuya.

Melinda Choi

Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes