Nadie como Él

 

Diariamente, antes de que mi pequeña hija tome su  siesta ella escoge una canción para tararear antes de hacerlo. Y justo hoy ella eligió “Santo, Santo, Santo.” Mientras que estoy aquí organizando los pensamientos sobre la santidad, la letra de la canción todavía da vueltas en mi cabeza.

 

“Solamente Tú eres santo;

No hay nadie como Tú;

Perfecto en poder, en amor y en pureza.”

 

Santidad solo en Cristo

 

En la lectura de los versículos de hoy, vemos que Dios es Santo, Su total y absoluta pureza moral lo separa  completamente de todo, incluso de nosotras. Y sin embargo, Pedro nos dice que debemos ser santos. Amigas, no sé a ti pero a mí esto me cuesta un poco asimilarlo por completo. ¿Cómo podemos ser santos como Dios si la santidad de Dios es totalmente absoluta y lo hace diferente a la nuestra? 

 

Pero Pedro no solo nos exhorta a la santidad y luego nos deja preguntándonos cómo podemos hacer eso que parece imposible.El nos recuerda el pasaje de Levítico 11:44 donde Dios mismo habló al pueblo y les dijo, “Sean santos porque Yo soy santo.” Y esto no es simplemente una invitación a imitar a Dios. sino una descripción de lo que proviene de la santidad de Dios. Debido a que Dios es santo, nosotros podemos serlo también, pero solamente a través de Su santidad. Es por medio de la justicia y  la santidad de Dios entregada a nosotras por medio del sacrificio de Cristo en la cruz, que podemos dejar nuestra naturaleza pecaminosa y entrar en comunión con Dios.

 

La santidad proviene de vivir  unidas a nuestro santo Dios. A medida que crecemos en esa santidad por medio de la santificación del espíritu, nos encontramos dejando atrás la naturaleza terrenal y nos apartamos para Dios para proclamar Su gloria mientras nos parecemos a Cristo. Dios es el estandarte de una vida recta y el único poder para llevarla.

 

 

 

El Principio de la Santidad de Dios

 

Te soy honesta, algunas veces me confundo con este concepto.Comprender y asimilar la santidad de Dios es intangible para mí. Algunas veces desearía saltar al hecho de ser santa sin haberme detenido realmente en el fundamento de la santidad de Dios. Cuando leo relatos del Antiguo Testamento, en los que Dios castiga la maldad del mundo como en el diluvio universal, o la muerte inmediata de Uzá tras tocar el arca del Pacto, o cuando Moisés se quita las sandalias junto a la zarza ardiente, e incluso cuando se ofrece un holocausto en el Lugar Santísimo para expiar los pecados de los israelitas, me resulta difícil conciliar esas evidencias de la santidad de Dios con las acciones de Jesús en la tierra. Pienso en las historias de Jesús cuando comía con los recaudadores de impuestos y los pecadores, cuando lavaba los pies sucios de sus discípulos y cuando Jesús fue crucificado, golpeado, magullado y escupido como sacrificio por mis pecados.

 

¿Cómo conciliar la santidad celestial de Dios con su presencia terrenal? ¿Cómo es que Él es tan alto y elevado, y a la vez camina a nuestro lado?  

 

Y luego recuerdo que aunque no puedo conocer a Dios completamente, puedo conocerlo verdaderamente. Cuando Jesus murió en la cruz, Mateo nos explica que el velo en el templo, que separaba al hombre de la santa presencia de Dios se rompió en dos. En ese momento. Jesus atravesó la barrera, invitándonos a Su santidad. Por Emmanuel, Dios con nosotros, podemos caminar como los hijos e hijas de un Dios santo.

 

 

Persiguiendo la Santidad

 

Pero no podemos olvidar que sólo gracias a la santidad de Dios a través de la justicia y la vida perfecta y sin pecado de Jesús podemos buscar la santidad hoy. No debemos ignorar la respuesta de Isaías cuando se le mostró la gloria y la santidad de Dios: temor y admiración que se tradujeron en adoración (Isaías 6). El poder, la fuerza, la gloria y la bondad de Dios siempre serán mayores de lo que podamos imaginar. Él es digno de que cantemos alabanzas día tras día. 

 

Te dejo hoy que medites sobre las palabras que aún resuenan en mi cabeza en este momento. Te animo a que las ofrezcas al Santo que se sienta en el trono.

 

“Santo, santo,santo!

Señor Dios Todopoderoso

Todas tus obras alabarán tu nombre

En la tierra, el cielo y el mar

Santo, santo,santo!

Misericordioso y poderoso

Dios en tres personas

Santísima Trinidad.”

(Reginald Heber c. 1807)

 

Andrea Lopez 

 

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