Maternidad Una Obra de Dios

“Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”

 

Cuando Pablo escribió la carta a los efesios se encontraba prisionero en Roma, pero se mantenía preocupado por la vida cristiana de los hermanos, y les recordó que fue Dios en Su misericordia quien concibió la salvación, haciendo de cada uno nuevas criaturas, con nuevos propósitos para buenas obras.

 

Esas buenas obras son el fruto de la salvación que Dios otorga a cada uno de los Suyos, no se ven en aquellos que viven en delitos y pecados, de acuerdo a la corriente de este mundo, como hijos de desobediencia, que satisfacen los deseos de la carne y de la mente, como también lo hicimos nosotras, que por naturaleza éramos hijas de ira.

 

Mas ahora, en nuestra nueva vida por la gracia de Dios, las obras también son nuevas, no son imprevistas, sino que forman parte de Su plan redentor.

 

La maternidad es una de las obras que Dios ha preparado para nosotras, la planeó desde el principio. Muchas veces tenemos temor por no saber cómo actuar, pensamos que no somos capaces de llevar la maternidad, pero debemos tener presente que Dios nos da sabiduría en cada etapa que vivimos.

 

No estamos solas, Dios nos conoce íntimamente, nos ha hecho nacer de nuevo en Cristo, y ha provisto lo necesario para que cumplamos Sus propósitos sobre la tierra.

 

Glorificamos a Dios cuando modelamos a Cristo en nuestras vidas, siendo ejemplo para los que nos rodean, lo que llega a impactar el corazón de nuestros hijos, incluso para el futuro, no sólo con nuestras voces sino con nuestras acciones diarias.

 

Vivamos confiadas en que Dios nos capacita para asumir y ejecutar el plan que Él tiene para nosotras. Y si nos equivocamos en algo, debemos recordar que somos mujeres imperfectas, pero redimidas por un Dios perfecto.

 

¡Anímate, madre! Dios te ha dado las herramientas necesarias para cumplir Su voluntad. Si tienes hijos en casa, disfruta de su compañía, juega con ellos, ora por ellos, abrázalos, comparte las Escrituras en familia, y de manera individual con ellos, nunca te canses de enseñarles donde quiera que estés.

 

Y si tus hijos han crecido y ya están fuera de casa, o si son hijos en la fe, llámalos, reúnete con ellos, puede que estén necesitando una palabra de aliento en este preciso momento.

 

Padre, te damos gracias porque Tu fidelidad es por los siglos de los siglos. Gracias por el regalo inmerecido de la Salvación por medio de tu Hijo Jesucristo, y por el don de la maternidad. Te pedimos que nos permitas instruir a nuestros hijos en el camino correcto, siendo ejemplo vivo de piedad. Que abundemos en Tu gracia en medio de la crianza, danos fuerzas, fe y esperanza, en el nombre de Jesús, amén.

 

Viviendo bajo Su gracia,

Nelva de Quezada

Panamá

 




Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes