Maternidad Llena de Gracia – Introducción

Amada hermana, ¡tú importas! 

 

Estoy a punto de enviar a la universidad a la primera de mis tres hijas, y se me llenan los ojos de lágrimas al recordar los años pasados y lo rápido que ha llegado esta nueva etapa de la maternidad. 

 

Cuando miro hacia atrás en mi experiencia como madre, quiero animarte a valorar los días que pasas con tus hijos. Sé que en los primeros años algunos días pueden ser muy largos, pero necesitamos recordar que esta temporada de maternidad es corta. Y, al igual que los míos, tus hijos crecerán antes de que te des cuenta.

 

Mi corazón detrás de este estudio es animarte en tu llamado a la maternidad. 

 

La forma en que amas, aprecias y cultivas el corazón de tus hijos es importante. Al mirar hacia atrás, tengo una mejor perspectiva de lo que realmente importa – y de lo que no. He sido, y sigo siendo, una madre imperfecta. Lo he intentado con todas mis fuerzas, pero también he fracasado muchas veces. Es en esos días difíciles cuando he aprendido a apoyarme en Jesús. Esos fracasos me han dado la oportunidad de pedir perdón, humillarme, recibir la gracia de Dios y mostrar a mis hijos cómo es seguir a Jesús, imperfecta pero fielmente. Han sido testigos y han experimentado de primera mano como se ve y se siente la gracia. 

 

Todos somos imperfectos y estamos perdidos, pero somos perfectamente amados por Dios. Todos necesitamos las nuevas misericordias de Dios cada mañana.

 

Amiga, sé que el camino de la maternidad no es fácil, pero eso no significa que no sea bueno. La manera en cómo inviertes tu vida en tus hijos y en la próxima generación es importante. Tus años de sacrificio crean un efecto dominó para las generaciones futuras que tendrá un profundo impacto en ellas durante años. La maternidad es una hermosa vocación llena de altibajos. 

 

Al principio, pasas innumerables noches en vela. Más adelante, cuando tus hijos crezcan hacia la edad adulta, desplieguen sus alas y se marchen de casa, tendrás diferentes tipos de noches en vela en las que te preguntarás si los has preparado lo suficiente. 

 

Ojalá estuviera cara a cara contigo ahora mismo. Me encantaría abrazarte, mirarte directamente a los ojos y decirte que TÚ eres la madre perfecta para tus hijos. Dios no se equivocó. Eres la madre que tus hijos necesitan para prepararse para el llamado de Dios en sus vidas. Así que apóyate en Jesús en tus días buenos y malos. Quítate de encima la presión y el peso de sentir que tienes que ser una madre perfecta y pásalo a Jesús. No estás hecha para llevar esa carga, dulce amiga.

 

En aquellos días en los que tu paciencia se agota y tus fuerzas se debilitan, acude a Jesús. En los días en que te preguntas si lo estás haciendo bien o piensas si estás echando a perder a tus hijos, acude a Jesús. Y en los días en que los platos se amontonan, la colada se desborda y las exigencias son incesantes, acude a Jesús.

 

En las dificultades que conlleva la maternidad, se nos brindan oportunidades para ser moldeadas a imagen de Cristo y reflejar Su carácter a quienes nos rodean. En el privilegio de la maternidad, tenemos la oportunidad de formar, nutrir y amar a nuestros hijos de una manera que refleje el corazón de Dios. 

 

Así que querida hermana, acompáñame estas próximas seis semanas mientras profundizamos en vivir una vida de gracia, entrega y amor. Descubriremos la belleza de un hogar centrado en el evangelio y el gozo de criar hijos arraigados en la Palabra de Dios mientras cultivamos sus corazones para que amen a Dios grandemente con sus vidas.

Ama a Dios Grandemente

 

 

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