“Y este es Su mandamiento: que creamos en el nombre de Su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como Él nos ha mandado. El que guarda Sus mandamientos permanece en Él y Dios en él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.” 1 Juan 3:23-24 NBLA
“El Señor es fiel, incluso cuando la vida y los demás no lo son”. Esta es una frase que se ha convertido en un lema en mi vida y en nuestro hogar. Lo he experimentado de primera mano y siempre hablaré de la fidelidad del Señor, incluso en las épocas oscuras, devastadoras y aquellas que parecían ser injustas en mi vida.
Recuerdo la noche tan claramente. Fue la primera noche en la que me cuestioné si yo era “suficiente” para que mi marido nos eligiera a nosotros y a nuestro matrimonio cuando me sorprendió la traición. Tan rápido como ese pensamiento cruzó mi mente, una voz aún más fuerte me habló directamente preguntando “¿Soy Yo suficiente para ti?”. Inmediatamente supe que, independientemente de cómo resultaran mis circunstancias al final, el Señor estaba cerca de mí, estaba conmigo y era suficiente.
Cuando otros nos hieran, nos traicionen o nos traten injustamente ¿elegiremos la obediencia y la fidelidad al Señor? Y no, no estoy sugiriendo permanecer en una relación abusiva de ninguna manera, lo que estoy preguntando es, ¿nos dejaremos llevar por las emociones del corazón cuando nos enfrentemos a la pena, a la decepción y cuando todo lo que nos quede es Jesús? ¿Es Él suficiente?
Como leemos al final de Génesis 31, Jacob reprendió a su suegro, Labán. Estaba enfadado, y tenía razón. Esto se había ido acumulando durante más de veinte años, mientras Jacob servía fiel y lealmente a Labán. Jacob iba más allá, trabajando duro y sacrificándose mucho, incluso cuando los demás no veían o notaban su integridad, o su apoyo a las exitosas empresas de Labán. A cambio, Jacob fue tratado injustamente por Labán, ¡incluso cambiando su salario diez veces!
Lo que vemos a simple vista, palidece en comparación con lo que vemos a través de la lente de la fe.
Lo que podríamos percibir en el momento como un rechazo, a menudo puede verse en retrospectiva como una protección.
Vivimos en un mundo caído e incluso en esta historia los personajes son todos imperfectos y engañosos, pero Dios siempre tiene una manera de vencer el mal. El mandamiento para nosotras es creer en Jesús y amarnos unas a otras. Las bendiciones, el favor, la protección y la sabiduría aparecerán de manera desbordante cuando permanecemos en Él. Podemos caminar con plena seguridad de la cercanía del Señor mientras experimentamos las obras sobrenaturales e inexplicables del Espíritu Santo en nuestra vida, especialmente en medio de nuestras pruebas.
Es posible que haya relaciones en nuestra vida que se beneficien más de la separación. Esta fue una lección difícil de aprender para mí, especialmente en lo que respecta a las amistades que pensé que tendría de por vida. La traición fue devastadora. El engaño fue desgarrador. El abandono fue aplastante. Sin embargo, cuando puse estas pesadas situaciones y circunstancias ante el Señor, el Espíritu Santo fue fiel en sanar mi corazón manteniéndolo tierno hacia aquellos que me han herido. Fui recibida con consuelo mientras establecía límites y simplemente me alejaba. El Señor es nuestro defensor y el mejor para hacer ese trabajo en nuestro nombre.
Lo vemos una y otra vez a lo largo de la Biblia, lo he visto y experimentado en mi propia vida: lo que creía que era un rechazo, era realmente la protección del Señor.
Que nos acerquemos a Dios en nuestras temporadas de dolor y aflicción y seamos halladas fieles en el sufrimiento que produce carácter.
Cuando hemos sido despojadas de todo, Dios es más que suficiente.
Kelli
