Mi marido tiene el don de animar. Cada vez que habla, sus palabras son para animar a los demás. Siempre me había considerado una persona que animaba a los demás, hasta que nos casamos. Me di cuenta rápidamente de lo que significaba usar siempre palabras de afirmación. Yo usaba palabras alentadoras en momentos que parecían apropiados, pero no todo el tiempo.
Comparándome con mi marido, llegué a pensar que había algo malo en mí. ¿ Acaso no estaba viviendo mi fe de manera apropiada? ¿Estaba usando mis palabras para desanimar a otros en lugar de edificarlos? Al hacerme estas preguntas, me di cuenta de que utilizo mis palabras para animar, pero el Señor me ha dotado de otros dones. Ahora, me he dado cuenta de que no tengo que ser como mi marido, lo cual es positivo.
Esto puede parecer una verdad simple, pero es algo de lo que a menudo somos presas. Como mujeres, nos comparamos fácilmente con los demás. Como madres, a menudo comparamos a nuestros hijos o nuestra crianza con los demás. Las palabras de Pablo en Romanos 12 son para combatir este problema. Sus palabras nos fortalecen para vivir como Dios ha dispuesto para cada una de nosotras.
Cuando te conviertes en creyente, el Espíritu Santo te da un don espiritual. El propósito de estos dones espirituales es edificar y bendecir la iglesia y el Reino de Cristo. Hay una variedad de dones porque hay muchas tareas dentro del reino de Dios.
1 Corintios 12, Romanos 12, Efesios 4 y 1 Pedro 4 enumeran algunos de los diferentes dones espirituales. Las características que los unen a todos son el amor y el servicio. No importa cuál sea tu don, el propósito de él no es edificarte a ti misma o a tu plataforma. Por el contrario, debe ser utilizado para el bien de los demás y de Cristo.
Para algunos, es muy evidente cuál es su don. Para otras, quizá les tome un tiempo descubrirlo. No se trata de querer ganar el don de otro, sino de prosperar en el propio. Si yo intentara vivir de los dones de mi marido o lamentarme de que sus dones no sean los míos, tendría dificultades, y lo mismo le ocurriría a la Iglesia. Cuando utilizo mis dones de enseñanza y discernimiento, descubro que vivo mi vida como una ofrenda de adoración.
Nuestros hogares e iglesias deben ser lugares donde ayudemos a los demás a descubrir y utilizar sus dones espirituales. Cuando vemos al Espíritu Santo obrando en otros, debemos decírselos y ayudarles a encontrar maneras de sobresalir aún más.
Debemos recordarnos a diario esta sencilla verdad. Para acabar con la comparación es necesario encontrar el contentamiento. Procuremos vivir vidas entregadas y unidas bajo el estandarte de Cristo.
Emily Hope
Desafío de la Semana 5:
Identifica una manera cada día de reforzar el mensaje del Evangelio en tu hogar. Esto podría ser a través del estudio de la Biblia en familia utilizando uno de nuestros estudios para niños, compartiendo testimonios en la cena, o sirviendo juntos en su comunidad. Lleve un diario de estas actividades. Al final de la semana, hablen en familia de lo que han aprendido y experimentado.
Semana 5 – Plan de Lectura
Semana 5 – Versículo a Memorizar