¿Alguna vez te has encontrado con un relato o pasaje de las Escrituras que resulta difícil de asimilar, confuso, o tal vez con un registro de eventos históricos del que te ha costado ver lo que podrías aprender de él, o cómo podrías aplicarlo a tu vida diaria y caminar en fe?
A veces, lo confieso, así es como me siento acerca de pasajes del Antiguo Testamento cuando estoy leyendo una lista de nombres, números o detalles que solo parecen específicos para la gente o la cultura de esos días. Luego recuerdo las sabias palabras que el apóstol Pablo escribió a Timoteo cuando le recordó que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para todo creyente: para enseñar, reprender, corregir, instruir en la justicia y preparar para toda buena obra (2 Timoteo 3:16). También está la increíble bendición de aprender más sobre el carácter de Dios a medida que Él se revela a través de Su Palabra y nos señala a Jesús.
Entonces, es con esto en mente que llegamos a nuestros pasajes de hoy en Nehemías y en el evangelio de Lucas. Tomemos un momento para pedirle a Dios, por Su Espíritu, que hable, que nos muestre algo nuevo de Él mismo, y que nos enseñe cómo vivir a la luz de lo que Él revela en Su Palabra hoy.
¡La trayectoria profesional de Nehemías fue variada! Su currículum habría sido una lectura interesante cuando pasó de ser copero del rey en una corte real persa, a reconstruir los muros de Jerusalén y luego a ser gobernador del pueblo y la región de Judá.
A pesar de los diferentes trabajos, situaciones y desafíos que enfrentó Nehemías, la constante a lo largo de toda su vida fue que estuvo marcada por las características piadosas de fidelidad, sabiduría, generosidad, integridad, obediencia, humildad y compasión.
Deberíamos estar animadas, ya que Nehemías es una inspiración y un ejemplo para nosotras. Lo vemos, sin importar en qué lugar se encuentre, viviendo en reverencia a Dios, dependiente de la oración y con confianza llena de fe en las promesas de Dios. Nehemías estaba preocupado por la gloria de Dios y tenía un corazón para el pueblo de Dios, y esto se reflejó en lo que dijo e hizo.
Incluso mientras vivía en el exilio, Nehemías habría sabido por las promesas que aprendió de la Palabra de Dios que el exilio no sería el final de la historia para el pueblo de Dios: el templo sería reconstruido, Dios cumpliría Su pacto con Abraham y un Rey Mesiánico vendría a rescatar a Su pueblo. Y Nehemías sabía que Dios era un Dios fiel y cumplidor de promesas.
Incluso cuando sus circunstancias presentes no indicaban cómo o cuándo Dios resolvería todo, Nehemías demostró esperanza y fe porque confiaba en la Palabra de Dios, tenía una dependencia de Dios en oración y creía en la fidelidad continua de Dios a Su pueblo.
¿Podría Dios estar hablándote hoy, querida amiga, animándote a mantenerte firme y a seguir confiando en Sus promesas, incluso si no puedes ver cómo Él hará todas las cosas para tu bien y Su gloria?
Tal vez necesites el recordatorio de que, al igual que Nehemías, tú también has sido colocada en una posición prominente por Dios para ser usada para guiar a Su pueblo, y tienes la responsabilidad de liderar con sabiduría, valentía, humildad y fidelidad. Anímate en la seguridad de que Dios equipa a todas las que Él llama; para que puedas conocer y confiar en el poder de Su Espíritu obrando en ti y a través de ti.
O tal vez sea el desafío de cómo Nehemías fue generoso con todo lo que Dios le había dado, y eso es un estímulo a nuestros propios corazones para compartir, alegremente, con las manos abiertas, los recursos con los que Dios nos ha bendecido, ya sea dinero, tiempo, o talento.
A lo largo de nuestro estudio vemos un registro de la fidelidad de Dios, y vemos la vida de Nehemías vivida fielmente en respuesta al Dios a quien Él sirve. Qué bueno y necesario es que tengamos modelos piadosos, como Nehemías, que nos inspiren y nos exhorten a seguir a Jesús. Todavía podemos, a veces, desanimarnos por la conciencia y la realidad de nuestras propias debilidades y fallas, nuestra falta de fe y la confianza en nosotras mismas en lugar de depender de Dios.
Es vital que animemos nuestros corazones al recordar que la fidelidad está en la lista del fruto del Espíritu de la que nos habla el apóstol Pablo en Gálatas 5:22. Incluso si la tierra de nuestros corazones es a veces dura, seca, poco profunda o pedregosa, el Espíritu Santo está comprometido a hacer crecer Su fruto en la vida de los creyentes que anhelan vivir en obediencia y ser transformados para ser más como Jesús. Entonces, pidamos a Dios que nos ayude a ser fieles. . .
Fieles a Su Palabra — en un mundo que no tiene interés o busca distorsionar la verdad.
Fieles a Su Iglesia — dondequiera que Él nos haya colocado para adorar, servir y crecer juntas.
Fieles a Aquel que nos llama y nos redime, restaura y sostiene — Él lo dio todo por nosotras.
Fieles en todo lo que Dios nos ha confiado — creciendo en la gracia de dar, fieles en lo mucho o en lo poco.
Fieles para compartir la bondad de las Buenas Nuevas de Jesús — en nuestra familia, lugar de trabajo, escuela o vecindario.
Y todo para la gloria de Dios, grande es Su fidelidad para con nosotras.
¡Amén!
Katie
Semana 3 – Desafío
Nehemías no se dejó intimidar por los intentos de sus enemigos de distraerlo y desacreditarlo. ¿Qué puedes hacer tú para mantenerte centrada en el trabajo que Dios te ha encomendado? Esta semana, dedica tiempo a leer la Palabra de Dios y a buscar Su dirección de manera específica. Conocer Su Palabra es la única manera de estar seguras de que lo que se nos pide que hagamos proviene de Él.
Semana 3 – Plan de Lectura
Semana 3 – Versículo para Memorizar