La Vid

Jamás olvidaré las palabras que el Señor me habló cuando la vida que mis niños y yo conocíamos cambió por completo. Conforme las lágrimas corrían por mi rostro, miraba el auto marcharse de casa. Me seguía preguntando si yo sería suficiente para que él decidiera permanecer con nosotros. Casi de inmediato, escuché al Señor decir: “¿Soy suficiente para ti?”

 

Esta invitación a mirar hacia arriba y lejos de mi circunstancia y permanecer anclada a Cristo, justo en medio de la crisis, me marcó de por vida, y de hecho, le atribuyo el fruto y la experiencia que tengo actualmente. Mientras me sentía invisible en ese momento, el Señor rápidamente me demostró que mis emociones no estaban de acuerdo con la realidad. Sus palabras hacia mí fueron una invitación a ser observada y amada, y a dar un paso más profundo en mi relación con Él, confiar en Él en medio de una gran incertidumbre. Recordándolo, fue literalmente como si me arrojaran un chaleco salvavidas, que cambiaría la trayectoria de mi futuro. 

 

Mientras recorría temporadas de gozo pero también de dificultad, caí confiadamente en cuenta de que soy gozosa, satisfecha, contenta y plena cuando estoy conectada a la vid (Jesús). No hay nadie como Él. No hay alternativas ni soluciones fáciles. 

 

No tomo ni tomaré el crédito de quién soy ahora. Mi vida está muy lejos de ser perfecta, y aún sigo luchando con las consecuencias de las acciones y pecados de otras personas, pero he sido victoriosa en Cristo, y sólo Cristo es quien me ha sostenido y aún me sostiene. Juan 15:5 no dice que el que permanece en Él, podría dar fruto. La promesa es que dará fruto si permanecemos en Él. ¡Qué gran regalo!

 

Para mi, el fruto se presentó en forma de perdón, favor, gracia en vez de amargura, paz, bendición y gozo, aún en la dificultad. 

 

No me considero una jardinera experta, pero entiendo la importancia de podar y de quitar las hojas muertas, ésto favorece el florecimiento. En esta vida vamos a experimentar la muerte. Puede ser la muerte física de un ser amado, o la muerte de un matrimonio, una pérdida repentina de una amistad o un trabajo. La pérdida a veces se siente como la muerte, pero en Cristo, es una oportunidad para una nueva vida. 

 

Todas las cosas buenas vienen de una comunión con Cristo y amigos creyentes. No siempre elegí a las mejores compañías para pasar el rato. Las relaciones tóxicas pueden, lentamente, ahogar nuestras vidas y como consecuencia, perdemos nuestro fruto. Esta es una de las más grandes lecciones que aprendí los últimos años: la comunidad importa. Importa con quién pasas tiempo, a quién escuchas y en quién confías. 

 

Primero y más importante: pasar tiempo con Cristo. Los demás vendrán y se irán, pero Él es nuestra vid y nuestro ancla. 

 

No hay algo que el enemigo ame más que mantengamos fija nuestra mirada en nosotras mismas y en nuestros problemas, en vez de aferrarnos a nuestro bondadoso Padre y esperar en Él. Nos convertimos en una amenaza cuando permanecemos conectadas a Cristo y aún más cuando producimos fruto. Por lo tanto, debemos estar alerta ante las maquinaciones de las tinieblas que intentarán alejarnos de nuestro tiempo en la Palabra de Dios y con los hijos de Dios. Las ocupaciones, el dolor y las distracciones son tácticas del enemigo para alejarnos de lo más importante y que nos mantendrá produciendo fruto. 

 

Kelli





 

Kelli

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