La Vid Verdadera

 

“Puedo hacerlo yo sola. No te preocupes por mí.”

 

Estas palabras han marcado el tono de mis días más de lo que me gustaría admitir. Me gusta considerarme una mujer fuerte, independiente. Y aunque no hay nada de malo en esta forma de pensar, estos pensamientos de independencia determinada pueden filtrarse en mi relación con Dios.

 

En uno de Sus mensajes finales antes de ir a la cruz, Jesús enseñó que nuestras vidas no han de prosperar por nuestra autosuficiencia. Más bien, para aquellas de nosotras que tenemos a Jesús como Señor, debemos depender de Su amor, provisión y guía todos los días.

 

¿Cómo hacemos esto? Jesús nos dice que “permanezcamos” (Juan 15:4). La palabra aparece ocho veces en cuatro versículos, lo que indica su importancia. Permanecer expresa una acción permanente y continua: permanecer (continuar) en Jesús. Cuando trato de manejar la vida con mis propias fuerzas o lucho por la perfección y la aceptación, siempre me quedo corta. Estas supuestas fuentes de vida son como malas hierbas o ramas muertas: ofrecen sustento momentáneo o ningún sustento vital en absoluto.

 

Cuando me dedico a leer las Escrituras, pasando tiempo en oración y buscando consejo y comunión con otras creyentes, el Espíritu Santo me hace ser más gozosa, paciente, amorosa y pacífica. Jesús es la Vid Verdadera (Juan 15:1). Él es la única fuente en la vida que necesito, ni dinero, ni elogios. Sólo Él y exclusivamente Él.

 

Dios quiere que permanezcamos conectadas con Jesús, la fuente de vida. No porque quiera estafarnos o robarnos el gozo. En Juan 10:10, Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Jesús nos llama a permanecer íntimamente conectadas con Él para que podamos vivir plenamente. Necesito recordarme esta verdad todos los días. Soy impotente para pasar por la vida por mi cuenta, lo que revela mi necesidad de un Salvador.

 

Como labrador, el Padre no nos promete una vida fácil. Sin embargo, promete una vida fructífera. Él corta las cosas que me impiden crecer. Esto sucede tanto cuando lo busco apasionadamente como cuando trato de seguir mi propio camino. Aunque no siempre es fácil, en ambos casos es beneficioso para mi vida. Durante las temporadas de poda, he aprendido que necesito dejar de lado mis deseos y preferencias para someterme a Su voluntad y Su camino.

 

Jesús se ofrece a Sí mismo como la fuente de nuestro crecimiento. Él invita a todos los creyentes a vivir una vida que dé mucho fruto. 

 

Permanece en Jesús. Él permanece fielmente en nosotras, con nosotras y a través de nosotras como la Vid Verdadera. 

 

Emily Bradberry

Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes