La realidad de Jesús

 

Admito que, en ocasiones, me cuesta entender cómo algo escrito hace tanto tiempo podría aplicar a mi vida hoy. Sin embargo, me emociona recordarte (y recordarme a mí misma) que servimos a un Dios que es eterno y cuya Palabra nunca regresará a Él vacía (Isaías 55:11).

 

Al leer Génesis 3, puede llegar a ser un poco desalentador hablar de cómo los primeros humanos no pudieron durar un par de capítulos sin pecar. Esto me lleva a preguntarme por qué Dios crearía a los humanos. (Está bien hacerle a Dios preguntas como estas porque Él nos hizo a Su imagen para para pensar en forma profunda y Él anhela revelarnos Su carácter. Él no teme a nuestras preguntas, ya que Su Palabra nos da las respuestas).

 

La verdad es que Dios nos hizo porque Él quiere estar en íntima relación con nosotras. Él quiere conocernos en profundidad y que lo conozcamos en profundidad para que podamos experimentar un gran gozo al ser amadas por Él. Dios ha mantenido a la raza humana pecadora con un propósito muy significativo.

 

Después de la caída, en Génesis 3:8-19, leemos un diálogo entre Dios, Adán y Eva. Al haber pecado, se dieron cuenta de que estaban desnudos, y supieron lo que era la vergüenza. Su respuesta natural fue esconderse de Dios, por lo que Dios le preguntó a Adán: «¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo?»… «¿Has comido del árbol del cual Yo te mandé que no comieras?»  (Génesis 3:11).

 

En resumen, Adán culpó a Eva y Eva culpó a la serpiente de haberla engañado. Luego, Dios maldijo a la serpiente y a toda la humanidad, lo que hace que este no sea un pasaje favorito de las Escrituras para la mayoría de las personas. De este pasaje surgen muchas preguntas: ¿Cómo debo responder yo a estas maldiciones que cayeron sobre la serpiente y la humanidad? ¿Cómo me ayuda este pasaje a entender el carácter de Dios? ¿Cómo puedo regocijarme después de leer algo así?

 

Si bien es posible que todas estemos pensando que este es el final de nuestro regocijo (aunque solo llegamos al capítulo 3), esta es nuestra realidad. Pero lo que está escondido entre líneas de esta realidad es hermoso. Si miramos con atención, el versículo 15 cambia lo que parece ser una historia triste y sin esperanza, en la historia más grande de todas. Esta es la primera referencia bíblica al evangelio. Esta es la primera promesa de Dios de que un día iba a salvar a toda la humanidad de la maldición del pecado.

 

«Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón». (Génesis 3:15)

 

Dios prometió que vencería a la serpiente, el enemigo de Dios y de las personas. Luego, nos encontramos con que ¡esta simiente es Jesucristo!

Gálatas 4:4-5 nos dice: “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos.”

 

El enviar a Jesús a este mundo con la singular misión de morir por toda la humanidad es el cumplimiento de aquella primera promesa en Génesis 3. Estoy tan agradecida de ver esta promesa cumplida en Cristo. Esto nos da una viva revelación del carácter de Dios al ser fiel en guardar Su promesa.

 

Al leer Génesis 3, vemos que el pecado claramente tiene severas consecuencias, pero vemos a Dios asegurándonos que este no es el final de la historia para aquellas que creemos en Jesús. La prefigura de un Salvador en Génesis 3:15 es nuestro primer destello de esperanza. 

 

La verdad es que Dios es soberano. Él sabía que todos pecaríamos, quedando destituidos de Su gran gloria, y Él siempre ha tenido un plan de acción para salvar a la humanidad de la consecuencia del pecado (la cual es eterno tormento y separación eterna de Dios).

 

El pecado es una realidad, pero también lo es Jesús. Y esta es la razón por la cual Dios sostuvo a la humanidad: y así pudimos ser testigos de Su amor por nosotras (demostrado en la obra de Cristo) y así vivir para glorificarlo a Él. Romanos 5:8 dice: “Pero Dios demuestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

 

Por último, amiga, tomemos un momento para leer Romanos 5:18-21 para ayudarnos a unir todas las partes. Así como el pecado que lleva a la condenación comenzó con Adán (el comienzo de la raza humana), la vida ha venido a todas las personas a través de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios sin pecado. La ley se estableció para revelar nuestro pecado y hacer visible nuestra necesidad de la gracia de Dios, y a través de la ley, se revela el carácter de Dios.

 

Estábamos muertas en nuestros pecados, “pero Dios que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados).” (Efesios 2:4-5) ¡Adoremos a Dios por Su bondad y gracia!

 

A medida que continúas leyendo este estudio, puede que seas animada al ver que la Biblia es una gran historia, toda ella acerca de Jesús. En el principio, Dios hizo el mundo con Jesús presente con Él, y desde el principio, Dios tenía un plan para salvar al mundo a través de Jesús. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. (Juan 14:6) y Él puede ser tu salvación hoy (considera la invitación que te hace en Juan 11:25-26).

 

Con el amor de Dios,

Grace Ann.

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