La perspectiva de la alabanza


Ver correctamente a Dios a través de la alabanza

 

Hace unos días estuve hablando con algunas mujeres sobre alabar a Dios, y una de las cosas que el Espíritu Santo nos estaba enseñando era que la alabanza nos lleva al lugar donde vemos a Dios por quién es. Cuando llegamos a ese punto donde podemos ver correctamente a Dios, todo lo demás palidece en comparación con Él. Nuestro dolor y nuestros problemas se vuelven pequeños a la luz de la grandeza de Dios. Lo vemos por quién es, y hay un conocimiento en nuestros corazones de que Él es más que capaz de satisfacer nuestras necesidades en el momento oportuno.

 

Lecciones de alabanza

 

La alabanza de Daniel ilustra esto perfectamente. Él trajo un asunto difícil ante Dios que le habría costado la vida a él y a otros. Daniel no entró en pánico ni buscó planes astutos para controlar la situación. ¡No! Lo vemos acudir a Dios en oración y súplica, y Dios, en su misericordia, responde. Cuando Dios le respondió, Daniel no anduvo pavoneándose como un pavo real interpretando sueños. Sin embargo, antes de ir al rey con la interpretación, Daniel inmediatamente alabó y agradeció a Dios por su gran misericordia.

 

Esta pequeña porción de las Escrituras está llena de lecciones para ti y para mí.

 

  1. Daniel estaba en una tierra extranjera. Un lugar extraño y diferente de todo lo que conocía. Un lugar de esclavitud, dolor e incomodidad. Eso no le hizo olvidar al Dios de sus padres. ¡No! Ese lugar lo acercó más a Dios. Incluso en una tierra extranjera, Daniel se puso de parte de Dios.
  2. Cuando se enfrentó a un problema, el pánico no fue su primera reacción. Debió haber tenido miedo, pero no entró en pánico. Tenía la mente lo suficientemente clara como para acudir a Dios en oración para encontrar una solución. Tener la mente clara en un momento de gran ansiedad y angustia proviene de una relación con Dios en la que sabes que, pase lo que pase, tu Dios es capaz y tiene un plan. En el dolor y la incertidumbre, recordó a su Dios. 
  3. Cuando Dios respondió, le devolvió la gloria a Dios incluso antes de hablar con nadie más. Este es un caso en el que el orgullo podría haberse infiltrado en el corazón de Daniel. Pero al atribuir la gloria a Dios antes de hablar con nadie más, la verdad del carácter de Dios se consolidó en su corazón y en el corazón de los demás. Esta fue la mano de Dios y de nadie más.

 

Defendiendo la verdad

 

Las acciones de Daniel fueron un testimonio de su Dios para los demás. No necesitaba andar predicando ni tratando de convertirlos. Al defender a Dios en todo lo que hacía, especialmente en tiempos muy difíciles, señaló a los demás a Dios.

 

A veces, querida amiga, defender a Dios no necesita palabras. Pequeños actos de obediencia y mantenerse apartado en la verdad y la santidad son todo lo que se necesita para señalar a los demás a Dios. Cuando los demás están de un lado, tú eliges estar del otro lado porque ese es el lado de Dios.

 

Al igual que Daniel, defender a Dios puede hacerse simplemente reconociendo que tú no puedes, pero Él sí. Puede ser mantenerse firme frente a los desafíos graves y elegir el camino de Dios. Puede ser reconocer abiertamente que lo que sabes es el resultado de la intervención de Dios. Puede ser alabar a Dios por Su bondad hacia ti.

 

Luchar con alabanza

 

Una de las cosas que el enemigo intentaría robarte es tu capacidad de alabar a Dios, especialmente en circunstancias graves. Él sabe que cuando eres capaz de mirar más allá de las imposibilidades y alabar a Dios, tu perspectiva cambiará. Ya no estarás en un lugar donde él pueda plantar dudas en tu corazón o influenciarte para que actúes en contradicción con la Palabra de Dios. Así que magnificará la situación; plantará otra imagen en tu corazón para oscurecer la imagen y la Palabra de Dios en tu corazón.

 

Mi querida hermana, ¡lucha! ¡Sí, lucha! No permitas que triunfe. ¡Alaba a Dios! Si las palabras te fallan, toca canciones de alabanza que te hagan bailar. Simplemente alaba a tu Dios, porque Él es capaz. ¡Sí, lo es! No permitas que una mentira se hunda en tu corazón. Cuando alabas a Dios, estás defendiéndolo y nada puede impedir que lo hagas. La alabanza dice que confías en Él y le agradeces por lo que ha hecho y lo que hará.

 

La vida y la historia de Daniel nos desafían a ti y a mí a defender continuamente a Dios, incluso en las situaciones más desesperadas, y a agradecerle por Su bondad hacia nosotros.

 

¡Es hora de alabar! ¡Abre la boca y canta! ¡Enciende la radio! ¡Entra en Spotify! ¡Entra en YouTube! ¡Entra en Apple Music y alaba a tu Padre! Detente unos minutos ahora y alábalo. Observa cómo Él cambia tu perspectiva y te permite defenderlo siempre, incluso cuando es difícil.

 

Dios te bendiga y te guarde, que haga resplandecer su rostro sobre ti y te muestre su misericordia. Que alce sobre ti su rostro y te conceda paz. Amén.

 

Ebos

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