La Luz del Mundo

 

 

Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar…Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos”

 

 

El Sermón del Monte es uno de los discursos de Cristo registrados en el libro de Mateo, donde explica cómo vivir una vida piadosa; y es allí, donde se encuentra nuestro texto de hoy.  

 

Jesús, luego de enseñar las bienaventuranzas, con una metáfora y usando parábolas, les dice a sus seguidores que ellos son “la luz del mundo“, un enorme privilegio y una gran responsabilidad.

 

Las ciudades de la antigua Palestina, frecuentemente, se establecían sobre zonas montañosas con el fin de tener mayor protección y defensa. Las personas podían verlas desde lejos, día y noche, teniendo guía en ellas. En esa época, los viajeros rezagados en el camino, al ver las luces de las ciudades, se llenaban de gozo, pues tenían dónde acudir antes que la oscuridad los envolviera con sus peligros, entre ellos ladrones, fieras, etc. La ciudad los protegía.

 

Para los aldeanos, las lámparas eran muy valiosas, pues al ocultarse el sol y cerrarse las puertas de las casas, estas se encendían en lo oscuro de la noche. Los viajeros al entrar a la ciudad, y ver las lámparas encendidas en los hogares sabían que ahí había vida y hospitalidad. La comunidad de fe es como esas luces, siempre está visible y debe aprender a vivir de tal modo, que influya con la verdad, pues los ojos de las personas están puestos sobre cada uno de sus miembros.

 

La gente observará cada aspecto de nuestras vidas: la familia, la vida social, laboral, el carácter, entre otros. Y, al igual que reflectores encargados de llevar luz a zonas con sombras, nos encargamos de dirigir la luz de Cristo a los lugares donde existen zonas con oscuridad, ese es el plan de Dios, disipar las tinieblas por medio de Su luz y mientras lo hacemos, brindamos protección a los “viajeros” cansados.

 

Como comunidad, jamás apaguemos el fulgor, el brillo debe permanecer para ayudar a otros, guiarlos y mostrarles que Dios Padre es el que merece la gloria. La luz se torna visible al mundo por medio de Sus discípulos, Jesús nos dejó esa misión.

 

Extendamos las manos a los necesitados, relacionémonos con las personas, hablemos de Jesús por doquier, brindemos apoyo al cansado, ayudemos a los desamparados, hoy más que nunca alumbremos con mayor intensidad. Así como la ciudad sentada en el monte es visible día y noche, dejemos que las demás personas conozcan nuestra fe, y al relacionarnos con ellas mantengamos el brillo.

 

Señor Tú eres Rey Todopoderoso, gracias te doy por permitirme formar parte de las luces de Tu comunidad, permíteme brillar con tal intensidad, que pueda ayudar a otros a reconocer Tus caminos, a encontrar vida, a no saberse solos ni sentirse abandonados, pues Tú jamás nos desamparas. Mantén resplandeciente a Tu pueblo alrededor del mundo, y que Tu voluntad perfecta se cumpla. En el nombre de Jesús. Amén.

 

Confiando en Ti,

Nelva de Quezada

Panamá

 

Nelva

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