He estado escribiendo para Ama a Dios Grandemente durante bastante tiempo. Es asombroso ver lo privilegiada y bendecida que soy al poder profundizar en las Escrituras, estudiar diferentes versículos y compartir las partes vulnerables de mi corazón. Durante todos estos años, esta es la primera vez que he recibido un versículo repetido. Tengo que admitir que sigo luchando con las decisiones de Dios, aun después de todos estos años. Así que si me permiten, quiero compartir con ustedes mi devocional sobre Jonás 4 que fue escrito el 3 de septiembre de 2018. Todavía me hace llorar. Sigue siendo una lucha desgarradora. Sin embargo, Dios es fiel para consolarme, calmarme y animarme a seguir adelante todos y cada uno de los días.
“Y oró al Señor: «¡Ah Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciado.”
Jonás 4:2
Era una fría tarde de invierno cuando recibí la carta. Era la época en que la gente escribía cartas. No había remitente, ni indicación alguna de quién la había escrito. Hojeé la carta hasta que las palabras saltaron de la página: “Dios me ha perdonado, y ruego que tú también lo hagas.”. Se me paró el corazón. Al instante, supe exactamente de quién era y de qué se trataba.
Estaba llena de veneno. No lo podía creer. ¡Cómo se atrevía! ¿Cómo creía que a cambio de una miserable carta le perdonaría años de dolor y abuso? Pronto me di cuenta de que mi ira no sólo iba dirigida contra él.
Me enfurecí salvajemente contra Dios. ¿Cómo pudiste, Señor? ¿Cómo pudiste perdonar al hombre que me violó? ¿Cómo pudiste hacer de este hombre mi “hermano” en Cristo? Yo lo odio, Señor, ¡así que Tú también deberías odiarlo! ¿Dónde está mi justicia?
Me sentía enferma. Lloré lágrimas de rabia y violencia durante días. Me quejé. Hice pucheros. Huí de la iglesia. Las palabras de la Biblia sonaban huecas y vacías.
Yo era Jonás.
“Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.”
Juan 3:17
Lo irónico es que yo veía el perdón de mi pecado como una prueba del amor misericordioso de Dios hacia mí, y sin embargo veía su pecado como una justificación de la ira de Dios hacia él. Yo quería un Dios a mi imagen y semejanza, uno que me perdonara libremente cualquier cosa, pero que castigara severamente a mis enemigos por todo. Sin embargo, ese no es el Dios de la Biblia.
Este es el corazón de Dios para todas las personas – para todas las pecadoras – que ni una sola persona pase la eternidad separada de Él en el infierno. Dios ama y desea conectarse profundamente con cada una de nosotras a través de la redención de Su Hijo, Jesús. Dios derrama Su ilimitada misericordia y compasión, sin desear que nadie perezca. Desde el mismo momento en que uno recibe a Jesús, recibe no sólo Su perdón sino también Su perfecta justicia. Jesús nos hace justos con Dios, de una vez y para toda la eternidad. Este es el Evangelio.
“Compasivo y clemente es el Señor, Lento para la ira y grande en misericordia. No luchará con nosotros para siempre, Ni para siempre guardará Su enojo. 10 No nos ha tratado según nuestros pecados, Ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.”
Salmos 103:8-10
Me avergüenza admitir que, en mi enojo y amargura orgullosa, había decidido que una persona no era digna del perdón y la misericordia de Dios. Mi ira nubló la verdad de la Palabra de Dios. Me costaba ver la luz del Evangelio de Jesús.
Cuando Jesús, nuestro Buen Pastor, deja a las noventa y nueve ovejas para perseguir a la oveja perdida, parece una tontería y una imprudencia… a menos que la oveja perdida seas tú. La pasión de Jesús por las pecadoras define quién es Él. Esa misma pasión debería definir también a las hijas de Dios.
” porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido “
Lucas 19:10
Incluso en mi desobediencia plagada de dolor, el Espíritu Santo me persiguió implacablemente. Su inmenso amor me atrajo de vuelta a Él. La clave del verdadero perdón en mi vida ha sido meditar humildemente en lo mucho que Dios me ha perdonado. Para no despreciar a mis enemigos, debo seguir mirando hacia la cruz.
Cuando me veo superior a otra, recuerdo que mi posición correcta con Dios se basa únicamente en Jesús y en lo que Él ha hecho, no en nada que yo haya hecho.
Cuando medito en el tortuoso sacrificio de Jesús en la cruz, recuerdo que Su sacrificio no fue sólo por mí, sino por todas, incluidas las que pecan contra mí.
Cuando pienso en el Evangelio, recuerdo que el suelo está nivelado al pie de la cruz. Nadie es digno del amor infalible de Dios,y aun así Él lo ofrece gratuitamente a todos.
“Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande Su misericordia para los que le temen. Como está de lejos el oriente del occidente, Así alejó de nosotros nuestras transgresiones.”
Salmo 103: 11-12
Llegará el día en que Jesús regrese, y juzgará a las que Lo han rechazado. Pero ese día aún no ha llegado. Así que hasta entonces, debemos perseverar en el amor… ¡y amar con fuerza!
El verdadero amor cristiano no es fácil. Es un sacrificio que el mundo nunca entenderá. Si amar y perdonar a la gente nunca nos costara nada, nunca valoraríamos el amor sacrificado que Jesús tiene por nosotras. Cuanto más tenemos de Jesús, más amamos como Jesús.
El amor no es simplemente lo que Dios hace. El amor es lo que Dios es. El amor se ofrece como sacrificio sin discriminación, sin vacilación y sin juicio.
Jesús amó a su Padre y a Su pueblo hasta la muerte. No hay nada que Jesús no sacrifique en nombre del amor.
No hay lugar al que Jesús no vaya.
No hay nadie con quien Jesús no esté dispuesto a conectarse.
No hay límite de alturas y profundidades a las cuales Jesús se extenderá para alcanzar a los perdidos.
¡Jesús vino a salvar!
¿Quién has decidido que no es digno del amor, la misericordia y el perdón de Jesucristo? ¿En qué situación o circunstancia necesitas un corazón que ame como Dios ama? ¿Cómo podemos orar por ti mientras te esfuerzas por abrazar el don de la gracia de Dios para todas y cada una de las personas que Él elige?
Paz y gracia sobre ustedes,
Terria