La Estatura Perfecta De Cristo

Uno de mis profesores siempre dice: “El cristianismo es práctica”. Esto significa que cuanto más haces lo que dice la Biblia, más se afianza su verdad y cambia tu corazón para que puedas vivirlo con regularidad, especialmente cuando te enfrentas a desafíos.

 

El apóstol Pedro nos anima aquí a que no solo nos limitemos a hablar, sino que seamos hacedoras de lo que decimos. El objetivo de nuestras vidas es crecer hasta alcanzar la plena estatura de Cristo y glorificarle con todo lo que somos y hacemos. Como Él es, así seremos nosotras en este mundo. Una de las maneras de conseguirlo es luchar constantemente contra nuestra carne y hacer lo que dice la Palabra de Dios.

 

Pedro nos amonesta aquí a mantenernos alejadas de los deseos carnales que luchan contra nuestras almas. Cada una de nosotras tiene sus propios deseos que se oponen a que nos parezcamos a Cristo. Estos deseos, como escribe el apóstol Pablo, se han convertido en un aguijón constante en nuestra carne (2 Corintios 12:7).

 

Sabemos que no podemos luchar contra estos deseos por nosotras mismas. Es por eso que Jesús nos ha dado Su Palabra, el Espíritu Santo y Su pueblo para animarnos y desafiarnos a ser como Cristo. Con el tiempo, descubrimos que cuanto más denunciamos el pecado y lo exponemos por lo que es, más pierde su control sobre nosotras. De la misma manera, cuanto más estudiemos la Palabra de Dios, oremos y vivamos lo que dice, más veremos cambiar nuestros hábitos y deseos. Seremos más como Cristo.

 

Hace muchos años, circulaba por la cultura un eslogan popular. Decía: “¿QUÉ HARÍA JESÚS?”. La conducta de Jesús nunca pudo ser reprochada por los hombres. Los que lo criticaban eran los que odiaban la verdad y querían silenciarlo. Jesús vino y vivió la vida que se suponía que nosotras debíamos vivir, pero que no podíamos a causa del pecado. Vino a mostrarnos cómo vivir como los hombres y mujeres que Dios creó originalmente en el Edén.

 

Parece sencillo, ¿verdad? Vive como Jesús y todo irá bien. Sabemos que no siempre es así. Cuando mantenemos la manera justa de vivir, una vida que está en sintonía con la Palabra de Dios, obediente y dirigida por el Espíritu Santo, puede que se burlen de nosotras por ello. Aunque esto pueda suceder, recuerda que estamos llamadas a ser la luz.

 

Para algunas de nosotras, nuestras vidas son el único indicio de Cristo que ven las personas que nos rodean. Como Jesús, vivamos en obediencia al Padre para que el mundo y las personas más cercanas a nosotras puedan ver, copiar y glorificar a Dios con sus propias vidas.

 

Si decimos que somos cristianas, hijas de Dios, seguidoras de Cristo, entonces debemos vivir como tales. Apoyándonos e imitando a Jesús y siendo obedientes a su Espíritu Santo.

 

Tu hermana en la fe,

Ebos. 

 

 

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