Es fácil escuchar las palabras del mundo, porque estamos constantemente rodeados de ellas. Incluso inconscientemente, sin saberlo, de algunas maneras nos encontramos asimilando los puntos de vista de la cultura y considerándolos como verdaderos. Me he encontrado aceptando la definición de belleza del mundo y definiendo mi comportamiento en base a ella. Esto no me ha llevado a amarme bien a mí misma ni a los demás, porque la cultura determina que la belleza es un asunto externo. Pero por el contrario, el Señor declara que la belleza verdadera procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. (1 Pedro 3:3-4).
Según la Palabra de Dios, regocijarse en la esperanza, o buscar al Señor en todas las cosas y meditar en Su bondad, es un catalizador para la renovación mental. Pensar en las cosas celestiales no es un defecto humano. La única manera de pensar en cosas celestiales es conocer cosas celestiales, y tales cosas se encuentran en la Palabra de Dios. Por lo tanto, debemos saturarnos y meditar en ella día y noche (Salmo 1:1-2).
Enfocarse conscientemente en Dios no es nada fácil, porque vivimos en un mundo gobernado por el enemigo, que busca robarnos, matarnos y destruirnos (Juan 10:10). El enemigo desea desviarnos del tiempo en la Palabra de Dios con cualquier distracción bajo el sol, incluso cosas que son, de hecho, buenas. Sin embargo, para superar el pensamiento improductivo y atender a las cosas buenas, no debemos dejar de lado nuestro tiempo en la Palabra o en la oración, porque es allí donde se encuentran la verdad, la paz, el amor y el poder, esas armas espirituales que necesitamos para luchar contra la batalla invisible que se libra a nuestro alrededor.
En Mateo 6, cuando Jesús instruyó a Sus discípulos sobre cómo orar, comenzó reconociendo y glorificando al Señor. Esto es algo que no debemos pasar por alto en nuestras propias vidas, ya que nos ayuda a mantener nuestro enfoque en lo que verdaderamente importa mientras caminamos por la vida en la tierra o al encontrarnos con situaciones que nos provoquen ansiedad. No sólo debemos de manera intencional enfocarnos en el Señor en nuestras oraciones, sino que debemos mantener una actitud de oración constante. Efesios 6:18 nos dice que oremos en todo tiempo y en todo momento. Esto significa que no existe un momento en el que el Espíritu de Dios no esté presente con nosotros; no hay un momento en el que Él no desee estar íntimamente involucrado en nuestras vidas.
Amiga, si eres una mujer que cree en Cristo, tienes el poder de ver el mundo de manera diferente. Al creer que existe un Dios que te diseñó para tener una relación con Él, todo cambia. Conoces la verdad. Tienes una identidad como hija de Dios, y tienes un propósito mucho mayor que el que este mundo puede ofrecerte. No estás sola mientras caminas por esta tierra, porque el Espíritu Santo que vive en ti te recordará la verdad que Jesús te dijo al principio (Juan 14:26). Él te santificará y te guiará a través de cada situación que intente robar tu mirada a Dios. En Mateo 6:33, Jesús les dice a sus discípulos, “Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.”
Debes saber y creer que Dios está contigo, y cuando lo busques, Él proveerá.
Grace Ann