La Decisión que Tomamos

 

Si me pidieran que adivinara cuál es el versículo más famoso de la Biblia, diría que es Juan 3:16. Es el único versículo que un compañero de trabajo me pidió que recitara durante el almuerzo. Había estado viendo un partido de deportes durante el fin de semana, vio un cartel con Juan 3:16 escrito y me preguntó qué era eso. Sin embargo, el problema con las cosas que son muy familiares es que podemos recitarlas sin considerar lo que realmente significan.

Comencemos mirando el contexto de Juan 3:16. Es el tiempo de la Pascua, la primera durante el ministerio público de Jesús registrada en el libro de Juan. Jesús entró en el templo y expulsó a los que lo usaban como mercado. Fue desafiado por los líderes judíos, sin embargo, muchas personas comenzaban a creer en Él.

Entonces, una noche Nicodemo, un fariseo, se encontró con Jesús. Nicodemo dice en Juan 3:2: “Rabí, sabemos que has venido de Dios para enseñarnos como maestro porque nadie puede hacer estas señales que tú haces si no está Dios con él”. ¿Quiénes son los “nosotros” de los que hablaba Nicodemo? ¿Fue el consejo gobernante judío? ¿O algunos de los líderes judíos, o algunos de los fariseos?  No lo sabemos. Pero lo que es evidente, es que los líderes religiosos judíos hablaban de Jesús, y algunos lo reconocían como un enviado de Dios, como profeta o mensajero. En Su conversación con Nicodemo, Jesús trató de ayudarle a ver quién es Él realmente.

Jesús desafió a Nicodemo, diciendo que una persona debe nacer de nuevo para ver el reino de Dios. Esto confundió a Nicodemo, ya que estaba pensando en el renacimiento físico, ¡lo cual sería imposible! Pero Jesús estaba hablando de renacer del Espíritu.

En los versículos 13–15, Jesús comparó a Moisés levantando la serpiente en el desierto con cómo el Hijo del Hombre debe ser levantado “para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. Esta referencia a Moisés es de Números 21:4–9 donde los israelitas, rescatados por Dios de la esclavitud en Egipto pero negándose a entrar en la tierra prometida, se quejaban nuevamente de estar en el desierto y de la “comida indigna”. Dios justamente envió serpientes venenosas entre la gente, y muchos murieron. El pueblo se dio cuenta de su error y le pidió a Moisés que orara. El Señor le dijo a Moisés que hiciera una serpiente y la pusiera en un asta. Si alguien, habiendo sido mordido, miraba a la serpiente de bronce, viviría. El pueblo tenía que elegir mirar para ser salvo.

Jesús fue enviado a la tierra para que todo el que cree en Él no se pierda, como merece, sino que tenga vida eterna. ¡Qué Gracia! Cuando miramos a Jesús, levantado en la cruz por nosotras, no solo viviremos como los israelitas que miraron a la serpiente de bronce, ¡tenemos la vida eterna! El Hijo no ha sido enviado para encontrar al mundo culpable y castigarlo, Él vino para que fuéramos salvas a través de Él. ¡Esta es una noticia absolutamente alucinante!

Si bien no escuchamos la respuesta de Nicodemo, podemos ver más adelante en las Escrituras que este intercambio con Jesús fue el comienzo de un cambio en su vida. Lo encontramos de nuevo en el capítulo 7, defendiendo a Jesús entre los líderes judíos, y en el capítulo 19, después de ver al Hijo del Hombre en alto, expresa su gran amor por Jesús mientras ayuda a sepultar Su cuerpo crucificado.

Creo que Juan 3:16 es tan popular porque la elección que todas tenemos que hacer es muy clara. Todas hemos sido mordidas y estamos infectadas por el veneno del pecado. Podemos elegir mirar y creer en Jesús y ser salvas a través de Él. O podemos elegir nuestro propio camino, amar la oscuridad, tratar de ocultar nuestras malas acciones y enfrentar las consecuencias de nuestras elecciones: la muerte y la separación de Dios.

Conocer las palabras de Juan 3:16 es bueno. ¡Pero creer y compartir la enorme Buena Nueva que contiene es aún mejor!

Que conozcamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo aún más profundamente al recordar la generosidad del Padre; mientras miramos a Jesús, dando gracias por Su maravilloso rescate y la certeza de la vida eterna con Él; y mientras, experimentamos el comienzo de esta nueva vida ahora, a través del Espíritu Santo morando en nosotras.

 

Julie

 

Semana 2 – Desafío 

Después de todas nuestras lecturas de esta semana, habremos estudiado tres de las señales milagrosas que realizó Jesús. Registra estas tres primeras señales en tu diario. ¿Qué te dicen de Jesús? ¿Cómo prueban estas señales el mensaje principal de Juan, que Jesús es el Hijo de Dios y el único camino a la vida eterna?

 

 

– Plan de Lectura

 

Semana 2 – Versículo a Memorizar 

 

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