La batalla está ganada

 

No soy aficionada a las películas de miedo. De las pocas que he visto, me paso todo el rato ansiosa porque veo peligro a la vuelta de cada esquina, además de gente tomando decisiones imprudentes y peligrosas. No me gusta la sensación de estar en alerta máxima, esperando algo que podría o no suceder.

 

Puede ser fácil leer este pasaje y pensar que debemos estar asustados y ansiosos esperando los ataques de Satanás. No creo que sea eso lo que Pedro tiene en mente. Sí, no debemos ser ingenuos. Satanás está al acecho tratando de evitar que los creyentes busquen a Dios, crezcan en su fe, confíen en Jesús con sus circunstancias y su día a día. Pero no es rival para Jesús. De hecho, ya ha sido derrotado.

 

Sabiendo esto, ¿cómo es estar sobrio y alerta? ¿Cómo resistimos al enemigo y permanecemos fuertes en nuestra fe? Son grandes preguntas.

 

 

Conoce bien quién es tu enemigo.

 

El primer paso, como se mencionó anteriormente, es saber quién es tu enemigo y las formas en que trabaja. Satanás es el adversario. Es un mentiroso (Juan 8:44). Sus tácticas no han cambiado desde el Jardín del Edén (Génesis 3). Quiere causar duda, confusión, autosuficiencia y pecado. Quiere alejar a tantos como sea posible de conocer a Jesús. El Sabe cuando nos encontramos más vulnerables y también cuando las cosas van bien. Es implacable.

 

En momentos de dolor, sufrimiento, duda y tentación, puede ser difícil distinguir las verdades de Dios respecto a las mentiras del enemigo. La gran noticia es que Dios nos ha dado una manera de luchar contra las mentiras de Satanás: Su Palabra. A menudo, tengo que preguntarme: «¿Suena como la voz de Dios? ¿Coincide con lo que Dios dice que es y con Su carácter tal como se ve en las Escrituras?». Si identificar lo que es verdad sigue siendo difícil, Dios nos ha dado Su Espíritu Santo. Los creyentes están llenos del Espíritu Santo, que es el Espíritu de la Verdad (Juan 16:13). Puedes pedir su ayuda y la ayuda de Dios en la oración. Dios no se molestará ni se sorprenderá por tu pregunta. A Él le encanta escuchar a Sus hijos y quiere ayudar. También puedes acudir al pueblo de Dios. Habla con un amigo creyente y de confianza. Pregúntale si lo que estás sintiendo, pensando o creyendo se alinea con Dios o con Satanás.

 

 

Conoce quién es tu Salvador.

 

El segundo paso es saber quién es tu Salvador y las formas en que Él está obrando. Aunque este es el paso número dos, es de vital importancia. Jesús es el mismísimo Hijo de Dios (1 Juan 5:20). En Él hay luz y vida, y no hay tinieblas (Juan 1:4). Él es el resplandor de la imagen de Dios y la imagen exacta de Su naturaleza (Hebreos 1:3). Está sentado a la diestra del Padre, lo que significa que Su obra para nuestra salvación, que es derrotar al pecado, está completa (Hebreos 1:3). Jesús es más grande que cualquier cosa que el enemigo pueda lanzarnos.

 

Jesús nos dice que acudamos a Él cuando estemos cansados y agobiados, y Él nos dará descanso (Mateo 11:28). Esto incluye los momentos en que estamos cansados por la tentación, la duda y los ataques espirituales. Podemos acudir con confianza a nuestro Salvador porque Él entiende lo que es enfrentarse a la tentación. Él es el único que se enfrentó frontalmente a Satanás y no pecó (Hebreos 4:15). Él puede guiarnos a través de la batalla espiritual. Es un Salvador poderoso pero bondadoso (Mateo 11:29).

 

 

Entrega tus días a Jesús.

 

El tercer paso es entregar todos tus días al Señor Jesús. Cuando te conviertes en cristiano, entregas todos tus días a Él. Es reconocer que ya no estás a cargo, y que estás bajo el liderazgo y la voluntad de un nuevo amo. Como vimos antes, no se trata de un amo irascible y prepotente. No, Jesús es un amo bondadoso y generoso. Nos llama a ser más como Él, no por un orgullo egoísta, sino porque en Él es donde se encuentra la vida.

 

Si has entregado tu vida a Jesús, ¡ahora tienes un nuevo amo! Ya no estás controlado por los caminos de la carne y del enemigo (Romanos 6:6). Ahora eres dirigido por el Espíritu Santo. Tienes la libertad de decidir seguir los caminos de Cristo, que conducen al crecimiento, en lugar de los caminos de tu pasado o los caminos del mundo, que te llevan al dolor y a la muerte (Romanos 6:11). Me encantaría decirte que esto es cosa de una sola vez y que después todo es perfecto, pero no es así.

 

 Una vez que hayas entregado tu vida a Cristo, serás lleno del Espíritu Santo. ¡Alabado sea el Señor! Pero, aún tienes tu naturaleza pecaminosa, lo que significa que diariamente debes hacer morir las cosas que van en contra de los caminos de Cristo (Romanos 6:12-14). Nuevamente, usted no está solo. El Espíritu Santo está dispuesto y esperando para guiarte a través de tus días (Gálatas 5:16).

 

 

Déjate animar por creyentes de todo el mundo.

 

El cuarto paso es aprender y recibir aliento de creyentes de todo el mundo. No sé tú, pero yo a menudo me encuentro pensando que soy el único que ha experimentado o pasado por ciertas cosas. Siempre es un gran aliciente escuchar de otra persona que también entiende por lo que estoy pasando y que ha pasado por lo mismo. Necesitamos alentarnos unos a otros.

 

Cuando Jesús ascendió al cielo, no nos dejó solos. Nos dejó Su Palabra, Su Espíritu y Su pueblo. Tenemos la Iglesia, que son todas las personas que han sido salvas por la fe en Jesús. Debemos animarnos, apoyarnos  y orar unos por otros. Pedro nos dice que escuchar las historias de otros creyentes alrededor del mundo nos ayudará a mantenernos alerta y ser sobrios. Esta es una de las razones por las que estoy tan agradecida por el ministerio de Love God Greatly. Siempre me anima escuchar lo que el Señor está haciendo en y a través de las otras ramas lingüísticas y cómo las mujeres de todo el mundo perseveran en su fe. Me fortalece y me anima a seguir adelante.

 

 

Sé Fiel

El último paso es ser fiel. Esto puede parecer sencillo, pero tiene implicaciones eternas. Dios no busca la perfección. Busca nuestra fidelidad. Dios conoce íntimamente todos nuestros caminos. Sabe que no vamos a hacerlo todo bien. Por eso nos envía ayuda. No estamos preparados para encontrar la energía y la fuerza suficientes para vivir esta vida por nosotros mismos. Nuestro trabajo es ser fieles buscándole cada día, negándonos a nosotros mismos y tomando nuestra cruz, orando a través del Espíritu y viviendo en humilde sumisión. A través de esta obediencia, podemos perseverar hasta el final, donde nos espera un amoroso Padre celestial.

 

Estar alerta y ser sobrio es un equilibrio diario. Es entender que estamos en guerra contra Satanás (Efesios 6:12), pero él no tiene la última palabra. Más bien, el Espíritu Santo que mora en nosotros nos da el poder para estar constantemente en oración a lo largo de nuestros días y depender de Él para que nos guíe, nos convenza, nos anime y nos ayude a parecernos más a Jesús. No estás sola en esta batalla. Ya se ha ganado la guerra. Te puedes tornar y descansar en tu Salvador, Jesucristo. El está contigo.

 

Emily Hope

 

Estudio Bíblico Relacionado

Recibe nuestras actualizaciones

Recientes