La Batalla Espiritual

 

 

 

“Porque, aunque vivimos como seres humanos, no hacemos la guerra según criterios humanos, pues las armas de nuestra guerra no son armas humanas, sino que son hechas poderosas por Dios para derribar fortalezas.  Derribamos argumentos y todo obstáculo arrogante que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para hacerlo obedecer a Cristo.” -2 Corintios 10:3-5

 

¿Cuándo fue la última vez que discutiste? ¿Cómo respondiste?

 

Durante el último mes, Dios ha estado conmigo mientras atravesaba una prueba. Ha sido muy duro. No me había dado cuenta de lo mucho que dependía de mi capacidad física para sobrevivir a la guerra espiritual diaria que estaba soportando.

 

Dios me colocó en una posición en la que toda mi lucha y pelea físicas eran inútiles. El velo se levantó lentamente de mis ojos. Me di cuenta de que gran parte de mi lucha se debía al miedo y a la falta de fe.

 

Comparado con Satanás, soy un cordero indefenso que lucha sin defensa. Me estaba engañando al pensar que la lucha física que estaba llevando a cabo estaba marcando una gran diferencia. Hasta que no clamé a Dios en oración y empecé a usar Sus armas espirituales, no tuve una victoria tangible.

 

Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal que están en los cielos. -Efesios 6:12

 

Estamos en medio de una batalla espiritual, lo reconozcamos o no, lo creamos o no, nos preparemos y luchemos o no.

 

Nuestro enemigo no es de carne y hueso. Nuestro enemigo es espiritual. Es muy difícil recordarlo cuando aumenta tu ira y te ves acorralado. Pero debemos hacerlo.  

 

Para muchos creyentes que están en batalla, se trata de una batalla contra un ser humano. Mientras luchamos contra otra persona, nuestro verdadero enemigo, Satanás, nos está destruyendo.

 

Todas nuestras batallas se libran y se ganan espiritualmente. Siempre que perdamos la paciencia o perdamos la voluntad o creamos a nuestros ojos físicos, empezaremos a luchar físicamente. A Satanás le encanta eso.

 

Satanás nunca ha ganado una batalla librada estrictamente en el ámbito espiritual. Dios siempre prevalece.

 

Nos convencerá de que rezando no conseguimos nada, de que Dios no nos oye, ni actuará. ¡Eso son mentiras! ¡Satanás es un mentiroso!

 

La estrategia de Satanás consiste en bloquear la aplicación de la Palabra de Dios para que seamos rehenes de sus mentiras. Sin embargo, cuando tomamos todo lo que nos lanzan y filtramos cada una de esas cosas a través de la Palabra de Dios, derribamos argumentos y obstáculos.

 

Los pensamientos se convierten en sentimientos, y los sentimientos en creencias. Por tanto, debemos llevar cautivo todo pensamiento. Lo hacemos con el poder del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos ayuda a discernir el origen de nuestros pensamientos y de los de los demás. Él evitará que confiemos en nuestra propia sabiduría, o en la de los demás, en vez de en la sabiduría de Dios.

 

Dios nos ha dado un poder divino y sobrenatural, y no podemos tener miedo de utilizarlo.

 

Debemos reconocer la batalla espiritual, rezar continua e incesantemente y luchar con las armas espirituales que Dios nos ha dotado.

 

Cuando el Señor me encomienda una misión, debo esperar automáticamente resistencia, dificultades y obstáculos. Debo prever que Satanás intentará utilizar a las personas más cercanas a mí para distraerme, paralizarme y hacerme daño.

 

Este conocimiento de que estoy en una batalla espiritual debería facilitarme la oración por mis enemigos humanos, sobre todo porque sé quién es mi verdadero enemigo.

 

Pienso en cómo solía responder a las discusiones: defendiendo con orgullo mi opinión, utilizando el sarcasmo, el silencio, la murmuración, la defensa obstinada y teniendo la última palabra. Ahora me doy cuenta de que caía rápida y fácilmente en las trampas de Satanás.

 

Estoy muy agradecida por la protección de Dios. Agradezco que mis pensamientos y mi mente se centren en Dios. Cuando estoy desenfocada, simplemente rezo pidiendo Su ayuda y Su dirección.  

 

Cuando nos enfrentamos a una batalla espiritual, la Biblia y la oración son nuestra primera línea de defensa. La batalla espiritual puede hacer estragos en la vida de los creyentes, pero nuestra victoria está asegurada porque estamos en Jesús.

 

Paz y gracia a vosotros,

 

Terria

Semana 4 – Plan de Lectura 

 

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