Por la gran misericordia de Dios
“El trabajo es una forma de adoración”
Esta frase ha impactado radicalmente la forma en que veo todo lo que hago: desde las tareas diarias del hogar, hasta pagar las cuentas y criar a mis dos hijos como madre soltera. Servir a Dios a través de la adoración no se limita a una alabanza que cantamos en la iglesia todos los domingos por la mañana. La adoración es cómo administramos cada día y cada respiro que se nos ha dado. También incluye cómo administramos nuestro llamado a ser madres. Hemos sido diseñados por Dios para la adoración en todo lo que hacemos.
Adoración a través de las pruebas
¿Y qué tal cuando la vida se pone difícil?
¿Qué sucede cuando nos enfrentamos a pruebas y pérdidas inesperadas?
Si tuviera que resumir todo lo que he aprendido de primera mano estos últimos cinco años como madre soltera, sería esto: “Sabe el Señor librar de las pruebas a los piadosos” (2 Pedro 2:9). Él es suficiente para nosotros hoy. Éxodo 14:13-14 nos recuerda que el Señor les dio la victoria a los israelitas con lo que ya Dios les había dado y ya tenían. Él da en abundancia.
Mientras atravesaba la traición y el divorcio y me convertía en madre soltera, la “idea de la maternidad”, como siempre soñé que sería, se rompió en mil pedazos. La vida rápidamente se convirtió en hablar con abogados que me decían cuál era el “estándar” para la crianza de mis hijos y un juez, que no sabía nada sobre mis hijos, sin embargo tenía que dictaminar lo que era “mejor” para ellos. Qué tiempo tan desgarrador fue ese para mí. También fue una temporada que me hizo crecer como madre, confiando en que el Señor realmente quiere lo mejor para mis hijos.
Adoración a través de la dependencia
Tenemos la tendencia a querer reclamar a nuestros bebés como propios, la realidad es que nos los han prestado. Se nos han confiado estas pequeñas vidas. Nuestro propósito es asociarnos con Dios para criarlos.
Una vez que entendí esta visión más amplia de colaboración con Dios y del servicio al Señor a través de la maternidad, me comprometí a recargarme en la fuerza del Señor y no en mis propias fuerzas.
Como madres, podemos modelar una vida de servicio y adoración para nuestros hijos. Tenemos una influencia especial sobre sus vidas que nadie más tiene. Fuimos elegidas personalmente para ser la madre de nuestros hijos. Eres la mujer seleccionada para el trabajo.
Mientras atravesaba la etapa más difícil de mi vida, con mis hijos mirándome en primera fila, decidí vivir mi fe. Lo que empezó como un ataque a mi matrimonio se convirtió en un ataque a la maternidad. Faltar a la iglesia no era negociable, permanecer en comunidad, asistir a la iglesia todos los fines de semana (independientemente de cómo me sintiera) y llenar nuestro hogar con música de adoración, fue la forma en que permanecí firme en el caos que me rodeaba.
Mis hijos fueron testigos de cómo mi miedo se convirtió en fe. Los invité a involucrarse en las cosas por las que oraba y creía. Juntos como familia, experimentamos y celebramos las oraciones contestadas. Esos años en el fuego fueron los años en los que comprendimos plenamente lo que significaba para el Señor ser nuestro defensor, protector y proveedor.
Decídete a adorar
Las pruebas no tienen la última palabra y no tienen por qué descalificarnos. Son oportunidades que fortalecen nuestra perspectiva sobre la maternidad y nuestra necesidad de un Salvador. La maternidad es un trabajo duro, pero vale la pena. Al servir bien a nuestras familias, estamos sirviendo bien al Señor. Es por Su fuerza que podemos mostrarnos un gozo inexplicable y un corazón tierno en un mundo de corazones de piedra.
Mi oración por ti hoy es que sepas y creas lo amada que eres. Fuiste elegida cuidadosamente para ser la madre de los niños que estás criando.
Te animo a orar por una medida adicional de gracia todos los días. Hay un blanco en tu espalda por simplemente ser madre, y más aun una madre que ama y sigue a Jesús. Síguelo de cerca. Sepan que Su yugo es fácil y su carga es ligera.
Elige hoy cómo responderás mañana. Incluso cuando la vida se ponga difícil, haz el compromiso de seguir sirviendo y amando al Señor.
Kelli Trontel