Jesús lo Cambia Todo

 

Los primeros días de Jesús

¿Alguna vez has pensado en cómo era Jesús cuando era más joven? Supongo que se parecía mucho a todos nosotros. Él tuvo padres que lo criaron. Aprendió a gatear, tuvo que aprender a caminar y a hablar. Pasó por la pubertad y la adolescencia. Tenía emociones. Sintió alegría y tristeza. Se cansó. Como nosotros, fue tentado. Sin embargo, a lo largo de Su vida, Jesús nunca pecó.

 

1 Pedro 2:22 dice: “Él no cometió pecado, ni se halló engaño en su boca”.

 

 

La personalidad de Jesús

 

Jesús fue concebido por la perfección de Dios, El Espíritu Santo (Mateo 1:20) dentro de María. Debido a que Jesús fue concebido del Espíritu Santo, no nació pecador como el resto de la humanidad (Romanos 5:12). Él era completamente hombre, pero también era completamente Dios (Filipenses 2:6-11; Hebreos 2:14). Desde su nacimiento hasta su crucifixión, Jesús vivió una vida perfectamente libre de pecado.

 

¿Por qué es esto tan importante? De hecho, es uno de los pilares de la fe cristiana. Debido a que nacemos pecadores, no podemos obtener nuestra propia salvación (Romanos 3:23). Para satisfacer a Dios, nuestro Juez santo y justo, tendríamos que vivir vidas perfectas, sin pecado, y guardar la Ley de Dios perfectamente para poder entrar al cielo (Apocalipsis 21:27). ¡No hay absolutamente ninguna manera de que un humano pueda hacer eso!

 

Entonces Dios nos envió a Jesús, Su Hijo, en semejanza de carne humana para ser un sustituto perfecto para absorber toda la ira de Dios, que es nuestro castigo por el pecado (Romanos 8:3). Los inocentes muriendo por los culpables. Vemos este tema en toda la Biblia.

 

El autor de Hebreos escribe: “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (4:15).

 

Como Jesús es plenamente hombre, es misericordioso, paciente y experimentó dolor y sufrimiento. Él comprende nuestra lucha con el pecado porque Él también fue tentado a pecar (Mateo 4:1-11, Lucas 4:1-13). Jesús, el Hijo de Dios, nacido de una virgen, vivió una vida perfecta y sin pecado. Murió la muerte que cada uno de nosotros merecíamos. Ahora podemos cambiar nuestro pecado por Su justicia y recibir el regalo de la salvación (2 Corintios 5:21). ¡Este es el Gran Intercambio!

 

 

El sacrificio perfecto de Jesús

 

Sé lo que algunos de ustedes pueden estar pensando: “¡¿Cuál es el problema?! Aprendí esto antes de ser salvo”. Aunque parece una idea elemental para la fe cristiana, no es algo que simplemente aprendemos y después seguimos adelante.  Debemos realmente meditar e internalizar esta verdad. Tómate un minuto para pensar profundamente en esta verdad. 

 

¿Y si Jesús hubiera nacido pecador? Si Jesús no hubiera sido perfecto, entonces necesitaría un Salvador, como nosotros, para evitar la ira de Dios y entrar al cielo. Si no hubiera sido plenamente Dios, entonces simplemente sería un hombre que intentaría pagar el precio del pecado. ¡Ningún hombre puede hacer esto! Estaríamos sin esperanza y sin manera de obtener el perdón, la misericordia o la salvación. Estaríamos condenados a pasar la eternidad en el infierno.

 

¡Gracias a Dios ese no es el caso! solo Jesús, plenamente Dios, perfecto y sin pecado, es el único camino para que podamos alcanzar a Dios, alcanzar el cielo y recibir la salvación (Juan 14:6, Juan 6:44, Hechos 4:12). Esta verdad no es relevante sólo por el momento en que llegamos a una fe salvadora en Jesús. Afecta cada momento de cada día. Sin la vida libre de pecado del Señor Jesús, no tendríamos esperanza.

 

¡Jesús lo cambia todo!

 

Todo lo que debemos hacer para recibir el don de Dios, el don del cielo y el don de la salvación, es arrepentirnos de nuestros pecados, confesar que Jesús es nuestro Señor y Salvador, y creer en nuestro corazón que Dios lo resucitó de los muertos (1 Juan 1:9, Romanos 10:9). ¡Jesús vive, y lo que hizo en la cruz todavía nos salva!

 

 

Gracia y paz a vosotros,

Terria

 

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Semana 1 – Plan de Lectura 

 

 

Semana 1 – Versículo a Memorizar

 

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