Jesús el Siervo

 

 

 

Este pasaje donde se relata que Jesús lavó los pies de los discípulos podría ser un pasaje conocido de las Escrituras. Pero tal vez sea nuevo para ti. De cualquier manera, siempre debemos leer la Palabra de Dios con ojos nuevos, para ver lo que Dios nos está diciendo a través de Su Palabra.

 

Justo antes de este evento, Jesús dio Su último mensaje público, algunas de Sus últimas palabras a las multitudes que lo habían seguido. Pero luego, se alejó con Sus discípulos a una habitación privada, lejos de las multitudes, lejos de las distracciones. Me encuentro preguntándome cómo debe haber sido estar sentado en la habitación, observando y escuchando.

 

En esos momentos, Jesús se centró en Sus discípulos. Fueron algunos de Sus últimos momentos para dejarles palabras y un ejemplo que recordarían vívidamente en los días venideros. Es la última vez que Él los reunió para instruirlos y enseñarlos. Juan 13:1 dice: “Jesús sabía que había llegado Su hora. . . y habiendo amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” 

 

Jesús sabía que había llegado la hora de cumplir la misma razón por la que había sido enviado por el Padre. Tenía una comprensión de Su lugar en el tiempo, y fue fiel a Su llamado y a las personas a las que estaba llamado a servir hasta el final.

 

Tenemos el beneficio de ver el ejemplo de Jesús y escuchar Sus palabras en retrospectiva, pero si estuviéramos allí escuchando las palabras, me pregunto si entenderíamos la magnitud de Su corazón, Su amor, Su urgencia para transmitir la importancia de aceptar Sus palabras, aceptar Su amor, aceptarlo a Él, y recibir plenamente todo lo que al entregar Su vida nos ofreció: perdón, misericordia, salvación, amor.

 

Entonces, lo que Jesús hizo fue demostrar Su corazón por Sus discípulos, de una manera que se grabaría vívidamente en sus mentes, de cómo sería seguir Su ejemplo de servir a los demás con un amor desinteresado.

 

Jesús tomó una palangana con agua, se ató una toalla a la cintura y comenzó a agacharse, atendiendo los pies de los discípulos. Fue a uno por uno, asistiendo a cada uno de ellos, lavándoles los pies y secándolos con la toalla. 

 

Esta acción de Jesús, alguien a quien admiraban, su mentor, su maestro, el Mesías, ahora mirándolos mientras lavaba y secaba sus pies sucios, debe haber causado que la habitación se quedara en silencio. Verlo asumir el papel de siervo, humillarse cuando debería haber sido al revés, era demasiado para ellos. Y Él lo entendió, y dijo: “Lo que estoy haciendo, no puedes comprenderlo ahora, pero llegará el momento en que lo entiendas.” (Juan 13:7).

 

Jesús sabía que no todos entenderían lo que estaba haciendo o diciendo, pero de todos modos permaneció obediente a Su llamado. Él les dice: “Os he dado ejemplo para que vosotros obréis como yo he obrado con vosotros. Si sabéis estas cosas y las hacéis, seréis dichosos.” (Juan 13:15,17)

 

Cuando Jesús lavó los pies de Sus discípulos, fue una acción externa que transmitió Su profundo amor por ellos. Él sabía que en los días venideros, este simple acto de inclinarse para lavarles los pies sería rememorado por ellos cuando comprendieran que era una representación de cómo Él daría Su vida por ellos. Y en lugar de solo lavarles los pies con agua, Él daría Su vida para que todo el que crea en Él sea perdonado, lavado de toda mancha de pecado, de adentro hacia afuera por la sangre que Él derramaría. No lo entendieron completamente entonces, pero en los días siguientes, lo harían.

 

En esos momentos finales, Él supo que una vez que se dieran cuenta de todo lo que Él había hecho, tanto en el lavado de sus pies, como en el momento de entregar Su vida en la cruz, sabrían que todo lo que Él dijo, todo lo que Él hizo, había sido para mostrar al mundo que Jesús es quien dijo ser: el Hijo de Dios, el Salvador, el Mesías, el Señor.

 

Él dijo a los discípulos en Juan 13:20: “De cierto, de cierto os digo, que el que recibe al que yo envío, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. 

 

Ser seguidor de Cristo es vivir, servir y amar como Él lo hizo, siguiendo Su ejemplo y aceptando Su Palabra como la verdad. Y cuando lo hacemos, nos convertimos en un reflejo de Su amor al servir a los demás en Su nombre, para que ellos también acepten Sus palabras, acepten Su amor, lo acepten a Él y reciban plenamente todo lo que habiendo entregado Su vida les ofrece. Perdón. Misericordia. Salvación. Amor.

 

 

Andrea

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