Un hilo conductor ha sido tejido desde Génesis hasta Apocalipsis que coloca perfectamente a Jesús en la posición que da a conocer al mundo quién verdaderamente es Él: el Mesías. Sabemos del nacimiento milagroso de Jesús. Hemos visto a Juan el Bautista preparar el camino. Hemos sido testigos de Sus milagros y ministerio. Hemos visto la profecía cumplida y las promesas guardadas. Lo que sucede a continuación se lee como el final, pero amigas, ¡es solo el comienzo!
Había llegado el momento. Jesús se había reunido con Sus discípulos en el aposento alto, y mientras partían el pan y pasaban la copa, les encargó que así lo siguieran haciendo, en memoria de Él. Jesús dio gracias cuando partió el pan y nosotras damos gracias recordando cómo Su cuerpo fue partido por nosotras. Jesús dio gracias mientras vertía el vino y pasaba la copa, y nosotras damos gracias recordando cómo Su sangre fue derramada a nuestro favor como un pacto eterno.
Aunque los discípulos vivieron, trabajaron y sirvieron con Jesús, todavía tenían problemas para entender exactamente lo que estaba por suceder. El mayor acto de amor y sacrificio de Jesús estaba a punto de cambiar el mundo.
Jesús y los discípulos fueron a un lugar donde podían orar y Jesús les pidió a Pedro, Santiago y Juan que velaran con Él mientras iba a orar. Jesús derramó Su corazón ante Dios, dispuesto a hacer todo lo que se le pedía, pero también abrumadoramente consciente de todo lo que estaba por suceder. Estaba a punto de asumir los pecados del mundo, y aun así oró para que se hiciera la voluntad de Dios, no la Suya.
¿Quién es Jesús? Él es el maravilloso bebé, nacido de la virgen María, tanto Hijo de Dios como Hijo del Hombre. Él es el Mesías, el enviado a morir por nosotras para que podamos vivir con Dios para siempre. Solo Él es digno de nuestra alabanza, y solo Él puede salvarnos de nuestros pecados.
Tú y yo somos pecadoras. Necesitamos a Jesús. El sacrificio que hizo hace miles de años, Su muerte en la cruz y Su resurrección, no fue solo por Sus discípulos o las personas que conoció durante Su ministerio terrenal. Jesús murió por ti y por mí. Te ama tanto que, sabiendo lo que iba a pasar, Él dio las gracias.
Hay un lugar para ti en la familia de Dios. Si nunca has aceptado a Jesús como tu Salvador, sería un honor invitarte a hacerlo con nosotras hoy. Dios te ama, pero nuestro pecado nos separa de Él. Jesús murió para que pudiéramos tener vida, asumiendo las consecuencias de nuestro pecado para que podamos pasar la eternidad con Dios. La muerte no pudo retener a Jesús, y tres días después de Su muerte, Jesús resucitó. Está con Dios Padre en el cielo, preparando un lugar para todas las que creemos en Él.
Jesús, sé que la salvación no se trata de lo que puedo hacer, sino de tener fe en lo que Tú ya has hecho. Te confieso que soy una pecadora y pido Tu perdón. Confío y creo que Tú pagaste el precio completo por mi pecado cuando moriste en la cruz, y quiero estar contigo para siempre. Te amo, Señor.
Amiga, si oraste con nosotras hoy, ¡háznoslo saber para que podamos celebrar contigo! Hay una comunidad de mujeres en todo el mundo que recorren este viaje contigo, oran contigo, te animan y aprenden más acerca de Dios a través de Su Palabra, juntas.
Crystal
Semana 6 – Desafío
Esta semana, reflexiona sobre el sacrificio de Jesús por ti. Pasa más tiempo en Marcos 14:36-38, cuando Jesús oró en Getsemaní. ¿Cómo adquiere Su muerte un nuevo significado para tu fe personal cuando lees sobre lo que Jesús estaba sintiendo antes de ser traicionado?
Semana 6 – Plan de Lectura
Semana 6 – Versículo a Memorizar