Crecí en un tiempo en que las pulseras WWJD? (iniciales para ¿Qué haría Jesús en mi lugar?) estaban de moda. Había tantas de ellas en mi época que generaban parodias y se volvían casi un cliché.
Pero, en verdad, es una gran pregunta para hacer en cualquier situación. ¿Qué haría Jesús?
¿Habría hecho una milla extra para amar a personas con opiniones diferentes? Sin duda.
¿Habría recibido a personas quebrantadas mostrándoles gracia sin diluir la verdad de las Escrituras inspiradas por Dios? Por supuesto.
Pero, ¿qué hacemos hoy nosotras para vivir realmente como Jesús?
Tercera Juan 11 dice: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.”
Parece relativamente fácil a simple vista, pero el mundo tiene una graciosa manera de difuminar los límites. Lo que a simple vista es agradable no necesariamente es bueno. Lo que en un principio parece apropiado puede ser lo popular o políticamente correcto disfrazado.
Afortunadamente (y como de costumbre), las Escrituras nos ayudan.
Filipenses 4:8 dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Gálatas 5:22-23 también nos instruye sobre dónde enfocar nuestra energía y qué virtudes puede el Espíritu Santo cultivar en nuestra vida: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
No podemos imitar el poder de Dios, Su omnipotencia, o Su omnipresencia, pero tenemos el ejemplo perfecto de piedad y bondad en Jesús.
C.S. Lewis escribió sobre esto maravillosamente en su obra Los cuatro amores diciendo: “nuestra imitación de Dios en esta vida, esto es, nuestra imitación voluntaria, distinta de cualquier semejanza que Él haya podido imprimir en nuestra naturaleza o estado, tiene que ser una imitación del Dios encarnado: nuestro modelo es Jesús, no solo el del Calvario, sino el del taller, el de los caminos, el de las multitudes, el de las clamorosas exigencias y duras enemistades, el que carecía de tranquilidad y sosiego, el continuamente interrumpido. Porque esto, tan extrañamente distinto de lo que podemos pensar que es la vida divina en sí misma, es no solo semejanza, sino que es la vida divina realizada según las exigencias humanas”.
Nunca seremos perfectas, pero debemos luchar, orar y practicar para ser Sus verdaderas aprendices.
Que el mundo vea un destello de la bondad de nuestro Dios viviente y de la esperanza del cielo en nuestras vidas.
Sara Lindsey
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Una vez más es un honor haber compartido estas cuatro semanas de estudio con ustedes, tendremos un pequeño descanso y nuestro próximo estudio comienza el 5 de octubre …No te lo puedes perder
Jesús es Nuestro todo, un estudio en el libro de Hebreos.
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