El fútbol americano universitario es muy importante en el sur de Estados Unidos. Crecí en el sur de Estados Unidos y fui a una universidad estatal muy grande. Todos los sábados del otoño estaban dedicados al fútbol americano. Multitudes de personas acudían a nuestra tranquila ciudad universitaria, listas para animar a nuestro equipo. Todos los sábados me vestía con los colores de mi universidad y me dirigía al estadio de fútbol americano.
No solo tenía una identificación estudiantil que me permitía entrar en el estadio, sino que también tenía el aspecto adecuado. Por mi forma de vestir, la gente que me rodeaba sabía que pertenecía a la base de aficionados de la universidad.
Aunque se trata de un ejemplo sencillo, es una buena imagen de lo que significa pertenecer y ser identificado con un grupo específico de personas. Lo mismo ocurre en nuestra vida espiritual.
Pablo escribe al final de Efesios 4 sobre las formas en que nuestras vidas deben estar marcadas para que se nos identifique fácilmente con Jesucristo. La forma en que se nos identifica fácilmente como seguidores de Cristo es por la forma en la que amamos.
Por Qué Importa El Amor
El amor es una de las características centrales de quién es Dios. Todo lo que Él hace es por Su santidad, amor en la Trinidad y para Su creación.
Incluso cuando Adán y Eva decidieron seguir su propio camino e introducir el pecado en el mundo, Dios decidió proveerles haciendo cubiertas para su desnudez (Génesis 3:21). También mostró Su amor cuando prometió enviar al Salvador que aplastaría la cabeza de la serpiente y traería redención a todas las personas (Génesis 3:15).
El amor de Dios es lo que llevó a Jesús a dejar Su hogar eterno en el cielo para venir a la tierra, vivir en la carne, experimentar la plenitud de la humanidad, vivir una vida perfecta y morir como sacrificio sobre la cruz por nuestros pecados.
Es por el amor de Dios que Él ofrece gracia y misericordia a aquellas que buscan Su perdón y confían en la obra redentora de Jesucristo. Es en este amor que nuestro pecado, nuestra vergüenza y nuestra muerte se cambian por la redención, la libertad y la vida.
Este amor es como ninguna otra cosa que podamos experimentar o comprender en la tierra. Incluso en nuestras mejores relaciones amorosas existen expectativas incumplidas, heridas y traiciones. Pero el amor que experimentamos con Dios no se acerca ni por mucho al nivel de amor de otro ser humano.
El amor de Dios es perfecto y cambia todo lo que nos rodea cuando lo experimentamos.
Cómo Se Manifiesta el Amor
Aquellas que hemos puesto nuestra confianza en Jesús no sólo experimentamos el amor de Dios, sino que también debemos reflejar ese amor a quienes nos rodean.
No se trata simplemente de ser amables con las demás o de mantener una sonrisa en el rostro. Comienza en lo más profundo de nuestro corazón, al comprender la profundidad del perdón que hemos recibido. Cuando entendemos esto, obtenemos una nueva perspectiva desde la cual ver e interactuar con el mundo.
El poder del Espíritu Santo nos permite ver a las demás como personas que también necesitan desesperadamente a un Salvador. Somos más propensas a perdonar y a mostrar misericordia. Estamos dispuestas a hacer un esfuerzo adicional al servir. Buscamos la reconciliación con aquellas que nos han hecho daño. Nuestra conducta, nuestras palabras y nuestros pensamientos son notablemente diferentes de los del resto del mundo.
Esto no significa que siempre sea fácil extender amor, especialmente a aquellas que nos han hecho daño. En estos momentos en los que el amor es difícil, debemos recordar las verdades del evangelio.
Si Dios puede mirar nuestros corazones desdichados y quebrantados y aún así nos ofrece perdón a través de la fe, entonces podemos recurrir al Espíritu Santo para que nos dé el poder de hacer lo mismo con las demás. Después de todo, es el poder de Cristo el que mora en los creyentes a través del Espíritu Santo.
Cuando tu carne te diga que extender el amor es imposible, mira a la cruz y recuerda hasta dónde te ha perseguido el amor.
Las creyentes han sido llamadas a unirse a Dios en Su misión de buscar y salvar a las perdidas, y eso comienza por la forma en que amamos.
El Resultado de Nuestro Amor
Cuando Jesús vivió en la tierra, Su amor por los demás atrajo a la gente. Buscó a aquellas que estaban al margen de la sociedad y que eran consideradas indignas o poco dignas de ser amadas.
El resultado de Su amor fue mixto. Las personas que estaban sufriendo y pérdidas confiaron en Jesús. Las que estaban más “calificadas” para comprender el amor de Dios se alejaron de Él. No podían entender por qué Su amor no se limitaba a ciertas personas.
Cuando vivimos nuestras vidas marcadas por el amor de Cristo, es muy probable que también veamos resultados mixtos. El objetivo de nuestro amor es mostrar a las demás cómo es Jesús y compartir el evangelio con ellos. Pero esto no garantiza que todas respondan como esperamos.
En los momentos en que intentamos hacer lo correcto y amar a las demás sin obtener una respuesta favorable, podemos recordar que estamos en buena compañía. Nuestro Salvador nos entiende y nos dice que sigamos viviendo en amor.
Nunca sabemos lo que Dios está haciendo en el corazón y la vida de una persona. Podría ser que estemos plantando una semilla que el Señor permitirá que otras creyentes cultiven más adelante para que una persona conozca a Cristo.
Puede que nunca veamos el resultado de nuestro amor, pero también podríamos verlo de inmediato. Tú podrías ser la respuesta a la oración que Dios utiliza para convertir el corazón de una persona hacia Cristo.
No importa el resultado que veas, sigue adelante. Vivimos en un mundo herido y desesperado por encontrar esperanza. El amor de Cristo transforma y renueva, y Él te llama a ser Su embajador.
Emily Hope