Gracia sobre Gracia

 

La pérdida es algo con lo que me he familiarizado mucho a lo largo de los años. Primero fue mi padre, luego mi hermana menor seis meses después… y luego mi madre.  

 

Todavía recuerdo cada llamada telefónica que recibía para darme la noticia de que había vuelto a perder a otro miembro de la familia. En el transcurso de  cinco cortos años, me convertí en una huérfana, la única superviviente en las fotos familiares de mi infancia. Como si esa temporada no fuera ya demasiado para soportar, al cabo de casi tres años después me sorprendió la infidelidad en mi matrimonio, la cual me llevó al divorcio, a la pérdida del negocio familiar y me dejó como madre soltera con dos niños pequeños. 

 

Me encontré parada en el centro de la devastación y las cenizas y le he suplicado a Dios que se lo lleve todo. He orado mucho para que las circunstancias cambien. Toda la muerte, la oscuridad, la pérdida, la traición y la destrucción en ocasiones han sido abrumadoras. A menudo me parecía una pesadilla, una broma cruel. Aunque mis circunstancias no cambiaron de la manera que había pedido y suplicado, lo que sí cambió fue mi perspectiva. Levantar los ojos no sólo fue un paso hacia ser sanada, sino que me dio la perspectiva bíblica que necesitaba con respecto al sufrimiento. Nuestra cultura es tan buena para evadir el dolor y tenemos más recursos que nunca para ayudar a adormecer cualquier cosa que no queramos enfrentar. Tuve que desaprender mucho.  

 

Montana es mi hogar, a sólo treinta minutos de la entrada del Parque Nacional de los Glaciares. En un momento de mi vida, no quería saber nada sobre mudarme a Montana, pero aquí estoy criando dos flechas para Cristo en la gran naturaleza. Desde que me convertí en madre soltera, he ido de excursión y campamento más que en toda mi vida. No siempre he sido del tipo de persona de las actividades al aire libre, pero me encanta que no estamos atadas para siempre a lo que solíamos ser. Podemos crecer y evolucionar, incluso pasando por espacios incómodos. 

 

En mi caminata más reciente, en un sendero en el que nunca había estado antes (y más tarde me enteré de que esta zona había sido quemada por un incendio hace pocos años), escuché un susurro del Señor. Mientras me asombraba de lo que me rodeaba, me recordó tiernamente que, al igual que los bosques prístinos, los prados alpinos, las montañas ásperas y los lagos espectaculares fueron creados para mostrar la gloria de nuestro Creador, nuestro Padre Celestial, también lo fui yo. Y tú también. Todo en nosotras apunta a Él, especialmente nuestra fuerza en medio de las tormentas de la vida. Cuando somos débiles, Él es fuerte. Él hace que surja la belleza de las cenizas.  

 

Mostramos el poder de Dios en nuestra debilidad al caminar con la fuerza que Él nos da para soportar lo que nos llega. Puede que eliminar nuestra debilidad y dolor sea nuestra preferencia, pero hay algo en ver a alguien regocijarse en medio de la tribulación que glorifica la obra activa del Señor ante nuestros propios ojos. El diablo no puede eliminarnos, pero hace todo lo posible por desgastarnos. Tenemos una resistencia para eso. Tenemos una gracia para eso.  

 

Del mismo modo en Pablo pidió tres veces que le quitaran el aguijón, Jesús oró en Lucas 22:42: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.  Estos versos me han traído consuelo en las temporadas de pérdida. No estamos solas en nuestro sufrimiento. Nuestras oraciones pueden no ser respondidas de la manera que esperamos y nuestro sufrimiento puede incluir dolor, pero también viene equipado con un propósito.  

 

El propósito es lo que Dios está construyendo en nuestras vidas y a menudo Él usa nuestro dolor para desarrollar nuestro carácter. Las pruebas y tribulaciones vendrán, así que seamos encontradas firmes en la prueba de nuestra fe. Nuestras aflicciones nunca son en vano. Nuestro dolor nunca es en vano.  

 

¿Qué pasaría si comenzáramos a orar grandemente pidiendo que el propósito de Dios se revele en nuestro dolor en lugar de orar para que el dolor sea eliminado? 

 

¿Y si nos centramos más en el Sanador y en la sanidad que en el dolor? 

 

El Señor es bueno y fiel, incluso cuando la vida y los demás no lo son.  

 

Mientras experimentamos una pérdida tras otra, pidamos al Señor que alinee nuestro corazón con Su voluntad en nuestra vida. Posicionémonos para ser receptoras del favor del Señor y reconozcamos Su gracia sobre gracia.  

 

Kelli

 

Semana 4 – Desafio

Esta semana, dedica tiempo a escribir las veces que Dios respondió tus oraciones (todas las que te vengan a la mente). Comparte esos testimonios con tu familia y amigos para animarlos a seguir teniendo fe cuando esperan en Dios. Al compartir tu testimonio les ayudarás a ver que Dios sí escucha y contesta nuestras oraciones.

 

Semana 4 – Plan de Lectura 

 

Semana 4 – Versículo a Memorizar

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