“Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal. Además, Tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa.”
Constantemente los seres humanos nos esforzamos por encontrar felicidad y paz en nuestras vidas, pero inevitablemente nos encontramos con obstáculos y desafíos que nos hacen sentir perdidos y confundidos. Para ambos casos, es tan necesario tener una guía veraz y gozar de su sabiduría, para poder superar todo aquello que debamos enfrentar.
Es ahí donde vemos que la Palabra de Dios es superior a cualquier fuente, pues ella nos brinda ayuda para sobrepasar cualquier problema que encaremos.
En el pasaje de hoy observamos la admirable manifestación del salmista al reconocer la Palabra de Dios por su valor, comparándola con los mayores bienes terrenales, poniéndola por encima de esas riquezas (v.10), y hasta considerando provechosa su amonestación (v.11).
Sabemos bien que el oro es un metal muy preciado, pero en nada se compara con la gracia y la justicia que encontramos en la revelación escrita de Dios para el hombre.
La lectura de hoy también nos recuerda que, a pesar de nuestras debilidades y errores, siempre podemos contar con la dirección de Dios y que, al seguir Sus mandamientos, podemos encontrar una felicidad verdadera, y ser santificados a través de ellos.
Para el salmista permanecer en las Escrituras era de gran provecho para su vida, así como lo es para la nuestra hoy.
Aunque la Palabra de Dios es dulce y apreciada, en ocasiones puede parecernos complicada de discernir y aplicar en nuestra vida diaria, entonces ¿Qué debemos hacer?
Primero, buscar diariamente un tiempo para leer y meditar sobre la Biblia, orar por la sabiduría y dirección de Dios, y hacer de este hábito una prioridad. También, es de gran ayuda tener orientación de hermanos maduros en la fe que puedan ayudarnos a entender y aplicar la palabra de Dios en nuestra vida.
La Palabra de Dios tiene un efecto en el corazón de todo aquel que la obedece con humildad, y se convierte en la fuerza renovadora que transforma nuestra vida. Nos permite vivir con plenitud verdadera al poder confiar en Él, seguirlo, aún en medio del sufrimiento, y querer estar cerca de Él.
Esto sólo es posible por la Palabra de Dios. Si la estudiamos y creemos en ella veremos su efecto revolucionario en nuestras vidas; si nuestra mente es renovada, nuestra vida será transformada para bien.
Por todo esto, te exhorto a que seamos diligentes y cultivemos esta disciplina de leer las escrituras con fe, buscando encontrarnos con Jesús, permitiendo que ella nos renueve, y que nuestras vidas lo glorifiquen en todo lo que hagamos.
Amado Señor, gracias por recordarnos la importancia de valorar y aferrarnos a Tu palabra. Gracias porque hoy sabemos que a través de ella podemos encontrar dirección, consuelo y la sabiduría que necesitamos para vivir una vida plena y feliz. Ayúdanos para que podamos cultivar una fe más profunda y duradera en Ti. En el nombre de Jesús, amén.
Dios las bendiga,
Carmen Salleres Benavente
Semana 4 – Plan de Lectura
Semana 4 – Versículo a Memorizar