“El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán.”
A lo largo de esta semana nuestro estudio nos ha llevado a reflexionar sobre la eficacia y el poder de las Escrituras como revelación de Dios. Hemos visto que, no sólo fue guía para quienes la escribieron, o vivieron sus relatos, sino que sigue siendo oportuna y vigente para nuestros días, como también lo será para los tiempos venideros.
La palabra de Dios es útil en sí misma, y todo suficiente para aplicarla a las circunstancias que vivimos. Creyendo esto, no debemos sentir inquietud cuando nos habla de los tiempos del fin, como observamos en el contexto del capítulo 24 de Mateo, por el contrario, ella debe convertirse en el alimento de nuestra fe y esperanza mientras aguardamos por el regreso de Cristo.
Cuando el Señor Jesús menciona el final del cielo y la tierra, predice el final de todas las cosas como las conocemos (2Pedro 3:7, 10), para luego, con autoridad divina, afirmar que aquello que se mantendrá firme y sin cambios es Su palabra, todo lo que ha dicho que será va a ser, incluyendo la promesa de “cielos nuevos y tierra nueva” (2Pedro 3:13).
También, en otras porciones de la Biblia encontramos la comparación de la vida del hombre y todo lo terrenal con la hierba o alguna planta, que tienen un ciclo de vida limitado, y que por mucha fuerza o belleza que haya tenido, perece. Esta comparación es una clara advertencia de la brevedad de la vida humana, y que debe hacernos reflexionar sobre nuestra vida como cristianos.
A lo largo del Salmo 19 hemos visto el poder creador de Dios, y la supremacía de Jesús sobre todo lo creado, y es así como en los versos del 7 al 9 debemos también maravillarnos de Su palabra, pues ella procede de la misma fuente eterna e incorruptible, y la única guía segura para conducirnos por las sendas del bien hasta el final.
Los pasajes de hoy deben llevarnos a examinar nuestra vida en todos sus aspectos. No hay nada de nosotros que Dios no conozca, y no hay circunstancia alguna para la que Su palabra no pueda dirigirnos.
La vida eterna no es una promesa futura, todos los que hemos nacido de nuevo ya la estamos experimentando, a pesar de las adversidades, tenemos la confianza de que todo eso es pasajero, pero la gracia del Señor nos asiste y sustenta siempre.
Ahora, toma acciones que te ayuden a acercarte más a Dios, estudia Su palabra con diligencia a diario, cultiva relaciones con creyentes que te ayuden a crecer en obediencia a Cristo, comparte el Evangelio con otros, ocúpate en lo que debes cambiar para bien, ora con frecuencia por ti y por las cosas que vives a diario, y confía, recordando que “La palabra de Dios es limpia y siempre se mantiene firme.” (Salmo 19:9 TLA)
Padre, gracias por Tu palabra, y por su vigencia en nuestras vidas. Sabemos que todo en esta tierra es pasajero, pero confiamos en que Tú nos sustentas más allá. Enséñanos a esperar en Ti con fe y paz, y que podamos anunciar a otros Tu salvación. En el nombre de Jesús, amén
Gracia y paz,
Ileanis Martínez