Esperanza en el Regreso de Cristo

 

Y aunque ustedes antes estaban alejados y eran de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora Dios los ha reconciliado en Cristo en Su cuerpo de carne, mediante Su muerte, a fin de presentarlos santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él. Esto Él hará si en verdad permanecen en la fe bien cimentados y constantes, sin moverse de la esperanza del evangelio que han oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo, y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro.

Colosenses 1:21-23

 

El milagro de la reconciliación con Dios, a través de Cristo, trae cambios notorios en la conducta del creyente, pero también en la esencia de su fe, y la fuente de su esperanza. Los colosenses necesitaban meditar en ello, y hoy nosotros también.

 

La Iglesia de Colosas estaba ubicada en un área concurrida y comercialmente próspera en su región, esto atraía a personas de todas partes, pero con toda clase de creencias. Un grupo de personas conocidos como “judaizantes” estaban entre ellos, eran legalistas, tenían muchas reglas como normas de vida que, según ellos, eran necesarias para la salvación, pero solo eran mandamientos y filosofías de hombres.

 

Hubo también quienes enseñaban el culto a los ángeles, igualmente una mezcla de creencias judías y orientales, enfatizando el valor del ser y del conocimiento, en lo que se puede decir era una forma de gnosticismo.  

 

Todos estos falsos argumentos desviaban a los creyentes, al punto que llevó a la congregación a diferir, incluso sobre la persona de Cristo, Su deidad y poder, y es por eso que el apóstol Pablo dedicó gran parte de su carta para describir quién es Jesús, Su vida y obra, y quienes son los cristianos en Él.

 

Vivir a merced de creencias como estas impide tener comunión con Dios. Poner la fe en cosas falsas puede incluso llevar a que se crea que se está agradando al Señor, cuando realmente nos aleja de Él, pues ningún conocimiento, objeto, ritual o ceremonia son suficientes, o útiles, para dar salvación.

 

Hoy no son pocas, ni diferentes las amenazas de las falsas enseñanzas. Son ideas sutiles y atractivas, pero poco a poco pueden envolver y desviar a algún creyente desprevenido; para identificarlas necesitamos estar atentos y saber que ellas basan su fe en obras humanas, que resultan en una esperanza condicionada a lo que hagamos o dejemos de hacer.

 

Es por la gracia de Dios que somos salvos, cuando se nos concede una fe firme en el fundamento verdadero, que es Cristo el Salvador, y es lo único que puede producir en los cristianos una esperanza viva. La oración constante, y la meditación en la Palabra de Dios, alimentan eficazmente esa esperanza, trayendo paz a nuestras vidas.

 

Por su parte, la esperanza en Cristo es probada y renovada, aun en medio de nuestras mayores pruebas, y nos hace seguir perseverando en Él.

 

Hoy te invito a que pongas tu fe en el Salvador, procura tiempo con Él cada día, estudia Su palabra, escribe un diario de oración, así tendrás un registro tangible que dé testimonio de lo que Dios está haciendo en tu vida, cobrarás ánimo, y hasta podrás compartir con otros la Verdad.

 

Padre, gracias por la fe que concedes a Tus hijos, por Jesucristo y Su obra toda suficiente para salvarnos. Ayúdanos a esperar sólo en Ti, para que estemos firmes y constantes, obedeciendo a Tu palabra, amando al prójimo y proclamando el Evangelio hasta que Cristo venga. A Ti sea la gloria por siempre, amén.

 

Gracia y paz,

Ileanis Martínez

Panamá

 

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