Y les envié mensajeros, diciéndoles: «Yo estoy haciendo una gran obra y no puedo descender. ¿Por qué ha de detenerse la obra mientras la dejo y desciendo a ustedes?».
A punto de terminar el muro, Nehemías y su equipo enfrentaron una nueva oposición de sus enemigos. Sanbalat, Tobias y Gesem enviaron una convocatoria para reunirse con él en el valle de Ono, y aunque figuraba ser un encuentro pacífico para conversar, en realidad escondía fines malévolos, como se describe en el verso 2, “ellos tramaban hacerme daño”.
En sus maquinaciones, estos adversarios tenían como propósito entorpecer la labor de reconstrucción, hacer resistencia constante, distraer, desanimar e impedir la terminación de la tarea que Nehemías y su equipo realizaban.
Pero, el versículo 3 muestra un mensaje claro y conciso, donde él expresó su compromiso personal al decir, “Yo estoy haciendo una gran obra y no puedo descender”. Esto denota la entrega, y el valor que esta misión tenía para Nehemías, quien nunca perdió de vista la meta que Dios le había delegado.
En sus palabras no hubo excusas ni quejas, sin importar lo potente y persistente que se mostraba su enemigo, el restaurador seguía firme en su labor de reconstrucción del muro.
La segunda parte del comunicado es un cuestionamiento que muestra que no aceptaría interrupciones, su tiempo estaba dedicado al reino, su norte trazado y su compromiso no era con los hombres, sino con Dios.
Al meditar en esta respuesta se destaca el testimonio de Nehemías como un siervo que entregó su vida completamente al Señor, y fue un líder eficaz.
Probablemente, así como Nehemías, nos enfrentemos a tantas y diferentes distracciones terrenales a nuestro alrededor, muchas de ellas atractivas, incluso podemos vernos ante invitaciones aparentemente buenas o piadosas, pero que pueden llevarnos a perder el rumbo, alejándonos de la comunión con Dios.
Examinemos con cuidado, revisando las motivaciones de nuestro corazón, evaluando la perspectiva y el propósito por el que existimos, debemos enfocarnos en la Palabra de Dios, creer Su verdad que derriba cualquier argumento en contra de la fe, y vivir en obediencia.
¡No estamos solas! Cuando servimos en la obra se presentan críticas, obstáculos, desánimo, miedos que enfrentar, pero quien nos dio la encomienda estará con nosotros, nos dará las fuerzas necesarias para continuar, orando como lo hizo Nehemias en el verso 9: “ Pero ahora, oh Dios, fortalece mis manos”.
Amado Padre, estoy agradecida por que me salvaste y me llamaste según Tu gracia, y en Tus planes me has dado la oportunidad de servirte. Perdóname porque he olvidado que las aflicciones en mi diario andar son pasajeras, y ayúdame a someterme a Tu voluntad y darte siempre la gloria. Enséñame a servirte con la entrega y pasión con que lo hizo Nehemías, protégeme de las personas que busquen alejarme de servirte, y ayúdame a tener una vida comprometida con la oración. En el Nombre de Cristo Jesús, amén
Creciendo en Su Palabra
Erica Cárdenas
Colombia