El Sueño de tu Corazón

 

Tal vez esto no suceda con todas, pero ¿alguna vez has visto a otra persona caminar en los mismos sueños que tú has tenido para tu vida? Tal vez sea un sueño o una oración a la que te has aferrado durante mucho tiempo, y con el tiempo, empieza a parecer cada vez más imposible y fuera de tu alcance. Pero cuando miras a tu alrededor, sientes que dondequiera que mires, alguien más está anunciando sus felices noticias de lo que tanto has deseado ver en tu propia vida.

 

Tal vez tu sueño sea casarte, pero con cada año que pasa (y con cada boda a la que asistes de una amiga), esa esperanza parece estar disminuyendo. Tal vez tengas una meta profesional que nunca alcanzas, pero ves a tus amigas o colegas avanzar en su campo, iniciar nuevas empresas o encontrar el éxito de una manera que parece no tener esfuerzo. Tal vez tu oración es ver a tus hijos y a tu familia creciendo en los caminos de Dios, floreciendo en todos los sentidos, pero la angustia y los tiempos difíciles los han dejado en un lugar difícil, y tu oración ante el Señor es que Él los restaure y los ponga en una base sólida una vez más. O tal vez sea el anhelo de tener tus propios hijos, como fue la oración y el deseo de Raquel (Génesis 29:31—30:24). 

 

Raquel vio a su hermana, Lea, caminar en el sueño que Raquel tenía para su propia vida. Y aunque la historia de Lea no era nada fácil, desde el punto de vista de Raquel, parecía que a Lea no le suponía ningún esfuerzo. Hijo tras hijo, año tras año.

 

A menudo, eso es lo que podemos sentir. Cuando parece que todo el mundo a nuestro alrededor está experimentando una abundancia en el área por la que hemos orado y pedido a Dios durante mucho tiempo, puede ser doloroso verlo. 

 

Incluso si estamos confiando en el Señor con la esperanza de nuestro corazón, todavía puede hacer que nuestro corazón se duela y anhele ver nuestro propio avance.

 

Tal vez hayas escuchado el proverbio que dice: “La esperanza que se demora es tormento del corazón” (Proverbios 13:12). ¿Sabes qué más puede hacernos sentir? Entrar en pánico. Desesperadas. Irracionales. Ansiosas. Desanimadas.

 

La esperanza aplazada puede hacer que nos sintamos cada vez más desanimadas y ansiosas por saber si algún día veremos realizado un sueño. Puede hacernos cometer locuras para tratar de forzar que algo suceda, o ingeniárnoslas o manipular las circunstancias, el tiempo, o cualquier otra cosa que se nos ocurra para forzar un resultado que, al final, no nos satisface del todo como pensábamos. 

 

Dulce amiga, me gustaría que hubiera una respuesta fácil, una fórmula exacta o una fecha en el calendario que pudiéramos señalar y saber la manera y el día en que Dios cumplirá el sueño de nuestro corazón y la oración de la manera que hemos pedido.

 

Pero una cosa sé de Dios, Él escucha nuestro gemir y ve nuestro dolor, y conoce el deseo de nuestros corazones. Y escucha esto: tanto si nos equivocamos al principio, como si no hemos tenido culpa en el proceso todo el tiempo, Dios no nos echa en cara nada. No nos retiene como un método para castigarnos o encadenarnos. Él ve el dolor de la decepción. Él ve las formas en que luchamos por mantenernos tiernas y puras de corazón para regocijarnos en el éxito y las oraciones contestadas de los demás, incluso cuando nuestro propio corazón se ha quedado con la esperanza aplazada. 

 

Una de las mejores cosas que podemos hacer es continuar confiando en Él con esos sueños y oraciones de nuestro corazón. Podemos animarnos sabiendo que así como Él se acordó de Raquel, se fija en nosotras. Nos ve. No nos ha olvidado. Dios no deja nada sin ver. Y Él tiene una manera hermosa y perfecta para permitirnos caminar en la plenitud de Su plan perfecto para nuestras vidas de tal manera que, incluso si pensamos que podríamos escribir la historia perfecta de cómo debería desarrollarse, no podríamos escribirla tan bien como Él. 

 

Un día, en Su manera perfecta, santa y amorosa, verás las formas en que Él tomó nota de ti en esta temporada de esperar, creer y orar, y podrás decir, tal como lo hizo Raquel, “Dios escuchó mi clamor. Y se llevó mi vergüenza”.

 

Hoy, en los lugares donde parece que tu esperanza se ha pospuesto y todos menos tú están viviendo tu sueño, espero que recuerdes esto:

 

En los lugares escondidos, Dios te ve.

 

En los lugares decepcionados, Dios ministra esperanza, bondad y verdad a tu corazón.

 

En los lugares solitarios, Él anhela acercarte.

 

En los lugares que parecen llenos de preguntas e incertidumbre, Él te ve y te guiará y te mostrará qué hacer.

 

En los lugares olvidados, cuando te sientes abandonada y descartada, Él te ve y te dice: “No estás olvidada, y yo no he olvidado mi promesa para ti”.

 

En los lugares en los que te sientes avergonzada, Él dice: “Yo seré la gloria y el que levanta tu cabeza. Quitaré tu reproche”.

 

En los lugares de espera, Él te ve y está haciendo una obra en ti, trabajando a través de las situaciones para tu beneficio y protección, preparándote y moldeándote para propósitos aún más grandes por venir.

 

En los lugares en los que te sientes más débil, Él te ve y te infunde Su fuerza y poder.⁣⁣

 

Mantén tu esperanza y confía en Él. Él escucha tu clamor y ve la esperanza de tu corazón. Él toma nota de ti, da esperanza y tiene un futuro para tu vida. Anímate.

 

Andrea

 

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